“Etelvina Furt, su legado y su misión”
Élida Lois, UNSAM-CONICET
Cuando
empecé a tomar apuntes sobre la fascinante personalidad de Etelvina Furt, el personaje me obligó a llenar una cantidad de páginas
que rebasaba los límites de la oportunidad. Trataré entonces de resumir las
reflexiones que me provoca el haber tenido la posibilidad de conocerla y de disfrutarla.
El hombre es el autor y actor de su propia historia, pero no puede
definirse fuera de un nosotros y un lo nuestro, es decir, no
existe sino a partir de una tradición frente a la cual puede asumir tanto
rupturas como continuación, profundización o reconfiguración. La personalidad
de Etelvina Furt arranca del legado de su
padre, un legado que va más allá de los bienes con valor material y con
relevancia documental. Esta herencia se sustenta en un sistema de vida que se
integra en una cultura, entendiendo cultura en su sentido más amplio,
que implica la inserción en una sociedad que se autorreconoce en esa cultura, e inclusive, a través de ella subsiste.
Jorge Furt fue quizá uno de los últimos
representantes de una estirpe de grandes humanistas hispanoamericanos, y además
de reunir una biblioteca de 40000 volúmenes y una notable colección de
documentos históricos y obras de arte, fue un terrateniente peculiar que
un día de 1946 hipotecó dos campos para comprar el “Archivo Alberdi” y evitar
así que este acervo saliera del país. Por otra parte, tanto este fondo como
otras piezas bibliográficas valiosas de su colección estuvieron siempre
abiertas a la consulta de los investigadores que se lo solicitaban.
Ya en la época en que vivía Jorge Furt, Jorge Mayer tejió la más completa biografía de
Alberdi y la mejor contextualización histórica de su obra sobre la base del
Archivo que se conserva aquí, y basta recorrer las copiosas notas a pie de página
de Alberdi y su tiempo para comprobarlo fehacientemente. Además, también
otros estudiosos de la historia, la literatura y las artes plásticas
–muchos de ellos amigos de Furt– habían
dejado constancia escrita acerca de la importancia de este reservorio, pero la
información no había ido mucho más allá de un estrecho círculo de especialistas.
No puedo enumerar por razones de
tiempo la lista de artículos y folletos acerca de los tesoros antiguos y
modernos, y europeos o americanos de la Biblioteca y del Archivo, así como la
de las obras de arte, objetos y mobiliario de Los Talas, pero destaco sí, por
su rigor, precisión y funcionalidad los trabajos de su yerno, Ricardo Rodríguez:
particularmente, sus pormenorizados catálogos razonados de la Biblioteca Furt, [1] y muy en particular, los del
Archivo Alberdi.
Después del fallecimiento de Jorge Furt,
Etelvina y Ricardo Rodríguez continuaron su tradición de apertura, pero hacia
fines de la década del 80, en medio de una prolongada y aguda crisis de la
explotación agropecuaria, consideraron que había que tomar medidas para
asegurar el mantenimiento y la conservación del legado y decidieron
acometer un emprendimiento de turismo cultural que no tardó en transformarse en
una empresa de gestión cultural que pronto traspasó el ámbito regional y
nacional para trascender las fronteras del país. El libro de firmas de
visitantes de Los Talas es el testimonio de esa trascendencia y no quiero
seleccionar nombres para no caer en omisiones.
Entregada a esta empresa de gestión cultural, Etelvina Furt se recreó a sí misma como sujeto histórico autoasignándose una misión, aunque sin dejar de ser la
personalidad vigorosa y multifacética que describió tan acertadamente la
profesora Ruth Monjardin el 19 de marzo pasado,
cuando la despidió.
Aunque este sea el Homenaje que hace una
Universidad y tienda por eso a resaltar las contribuciones sociales y
culturales, para todos nosotros las cualidades personales de esta mujer
arrolladora son parte inseparable de su evocación. La Prof. Monjardin la recordó en un abanico de actividades que iban desde la guía pormenorizada de
los visitantes por estas dos construcciones históricas y por la biblioteca a la
fiscalización de dulces y otras delicias criollas, pasando por la preocupación
por todos y cada uno de los miembros de su familia y hallando tiempo para
inquirir sobre la salud y los problemas de sus amigos. Su generosidad
proverbial, su “darse sin límites” y su inquebrantable pasión arrancaban desde
el universo cotidiano, pero se proyectaron mucho más lejos.
El proceso que describe Arturo Andrés Roig cuando define el “legado
social”, no es sustancialmente diferente de la dinámica personal de quien
recibe un legado familiar como “misión histórica”, es decir, no como conservación museificada y alienante, y en definitiva a-histórica,
sino como materia viva. Todo legado tiene un momento de “recepción” y un
momento de “gestión”, lo que equivale a decir un momento de “creación”.[3]
Este momento se definió cuando, partiendo del legado Furt, su hija quiso ir más allá: quiso perpetuar
la memoria de la obra de su padre y quiso abrir una corriente de conocimiento a
partir del legado. Su asociación con la Universidad de San Martín fue el
medio que eligió para vehiculizar esta última
aspiración.
Pero a pesar de la fuerza y la entereza
extraordinaria con que sobrellevó la muerte de su compañero en la vida y en la
misión y el fallecimiento de su hija mayor, es indudable que estos dos golpes
debilitaron su salud; no obstante, no sólo siguió entregada a su proyecto de
vida sino que multiplicó esfuerzos para que prosiguieran las tareas que cumplía
Ricardo y las de Etelvina Inés Rodríguez Furt, que se
desempeñaba como coordinadora del equipo técnico que trabaja en la Sede Los
Talas del Centro Furt. En este último año se ocupó
muy activamente de que se reorganizara el equipo –Elena y Pilar Rodríguez Furt son testigos de ese denodado esfuerzo final–, consiguió que se incorporara una valiosa
colaboradora –Mercedes Fliess– y participó
del armado editorial que la Directora de Unsam Edita,
Daniela Verón, abrió para este acervo: la Colección
“Biblioteca Furt”, dirigida por José Emilio Burucúa, donde se inserta la “Serie Alberdi”, a mi cargo.
Ya está en prensa la Carta Apologética sobre los quipus de los peruanos,
obra del príncipe de Sansevero, cuya edición príncipe
de 1750 se conserva en el Fondo Antiguo, que ha sido traducida del italiano y
anotada por Lucio Burucúa y lleva un Prólogo de José
Emilio Burucúa. Y ambos autores acaban de mandar a
imprenta otro raro ejemplar: No engañéis más a nadie o Continuación del
Despertador de los pretendidos sabios Matemáticos de la Academia Real de París.
Donde los Curiosos encontrarán de qué divertirse e instruirse, impreso en Hamburgo
en 1675. De la Serie Alberdi ya se han editado ejemplares de sus dos secciones:
una sección es la edición crítico-genética de obras cuyos manuscritos se
conservan aquí y la otra es la edición crítica del epistolario, y está en
prensa la edición-crítico genética de Peregrinación de Luz del Día y
pronta a ser enviada a imprenta la edición crítica del Epistolario
Alberdi-Villanueva, a cargo de Lucila Pagliai,
que recupera la transcripción de Ricardo Rodríguez de las cartas que Francisco
Javier Villanueva envió a Juan Bautista Alberdi durante casi 30 años. Y también
dentro del marco de nuestro programa editorial se está trabajando en el
lanzamiento de una Serie “Jorge Furt”, que no sólo
difundirá sus estudios críticos sino también su obra literaria.
Además, se materializará muy pronto otro de los proyectos más deseados
por Etelvina Furt, que siempre consideró que no había
sido lo suficientemente destacado el papel de su padre como iniciador
–juntamente con Lehmann-Nitsche– de los
estudios científicos de nuestro folklore. En la edición de los Archivos
Virtuales Latinoamericanos (un Programa Internacional patrocinado por el
CNRS y el Ministerio de Educación de Francia en la Maison de Sciences de l’Homme et
de la Société con sede en la Universidad de
Poitiers –un centro con el cual la Escuela de Humanidades tiene un
acuerdo de colaboración), en la página dedicada al estudio de la poesía oral
(que congrega a todos los especialistas del mundo sobre el tema), junto al Fondo
Cantel, la más importante colección de folletos de cordel brasileños, estará
colocado el Fondo Furt de folletería
gauchesca.
En el medio en que se formó, Etelvina Furt había aprendido sobre todo ese tipo de sabiduría que, a pesar de brotar de un a priori antropológico, es difícil de encontrar: la sabiduría que es saber de vida. En este sentido, justamente, cuando Hegel –en su Introducción a la historia de la filosofía– habla del comienzo de la filosofía y su historia, dice que la filosofía tiene su comienzo concreto e histórico cuando el sujeto “se piensa a sí mismo como valioso absolutamente”. [4]
Y Etelvina Furt, que era enteramente
consciente del valor de su legado, tenía el convencimiento de que estaba dotado
de un plus que trascendía su valuación en moneda contante y sonante, y al
asumir la misión de servir, conservar y transmitir ese legado fue también
plenamente consciente de que ella, en persona, era una “portadora excepcional
de valor”.
Sólo de ese convencimiento podía emanar la energía impresionante con que ejecutaba su misión, y el milagro de que después de dos mazazos formidables haya podido prolongar esa energía hasta el mismo 18 de marzo de este año, un día antes de que se fuera con una expresión de placidez inolvidable. No tengo la menor duda acerca de que esa inefable placidez sólo podía brotar del convencimiento de haber sido fiel a su misión.
[2] Archivo Alberdi (Archivo Epistolar, catalogado por Ricardo Rodríguez. Fundación “Biblioteca y Archivo de Jorge M. Furt”, Estancia “Los Talas”, Luján), San Martín, Escuela de Humanidades, UNSAM, 2004 (CD-Rom).
[3]Véase Arturo Andrés Roig, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, México, FCE, 1981.
[4] Citado por Carlos Pérez Zavala (Juan B. Alberdi. Tres momentos en su pensamiento, Río Cuarto, Ediciones del Icala, 1991, p. 10).