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Fondo Isidora Aguirre

 

Archivo Isidora Aguirre: crónica de la construcción

Pía Gutiérrez


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Actor 1: Allá por los años veinte un gobierno “progresista”
prometió la tierra a los campesinos pobres.
Coro: igual que hoy

Isidora Aguirre. Los que van quedando en el camino.


 

En el plano damero se recorren las apacibles veredas de Lautaro, Caupolicán y Fresia, pareciera como si los urbanistas hubiesen elegido a propósito estos nombres para guiar el encuentro con los manuscritos de Los PapelerosLos que van quedando en el camino, Población Esperanza y El retablo de Yumbel, por nombrar sólo algunos de los documentos que esperaban tranquilos en una de estas calles de la comuna de Providencia en Santiago de Chile. La presencia cotidiana de los personajes de la historia de Chile y América nos recuerda la astucia con que se reconstruye en las obras de Isidora Aguirre la vida de esos hombres y mujeres que fueron parte de otros tiempos y que han sido recogidos, transfigurados o silenciados por el relato oficial. Aguirre poco a poco recuenta las historias negadas de nuestro colectivo, construye personajes públicos en facetas íntimas y articula vidas anónimas que sostienen todo relato de la gran Historia.

En un edificio antiguo, luminoso y frío en invierno, se ha guardado un tesoro del arte chileno: fotos, afiches, cuadernos de notas de décadas dedicadas a la investigación, escritura, montaje y enseñanza del teatro en Chile. El pequeño cuerpo de Isidora abre la puerta de su departamento y dispone, como una madeja alborotada, los archivos autoclasificados de todo su trabajo como dramaturga, traductora (y cerebro de la adaptación) al español de obras dramáticas desde el francés y el inglés, y de su incesable trabajo como cronista y narradora. Ella, parece nunca descansar; a sus 92 años un computador siempre encendido y conectado a internet se sitúa justo al lado de su cama, en su trono-escritorio, como una evidencia de la creación incesante.

Isidora Aguirre Tupper, nace en enero de 1919 en Santiago de Chile. Es hija de la pintora María Tupper Hunneus quien marca definitivamente su forma de acercarse al trabajo creativo. Recibe desde muy pequeña una intensa formación ligada al mundo de las artes plásticas y la literatura; circulan varios relatos de las famosas tertulias organizadas por su madre en la casa-taller de calle Rosas que, según algunos, determinan en gran medida el curso del movimiento renovador de la cultura chilena a principios del siglo XX.  Aguirre cursa tempranamente estudios de trabajo social, pero luego de contraer matrimonio dedica su tiempo exclusivamente a la crianza de sus primeros hijos, “recluida” en el campo chileno. Es aquí donde, a modo de diversión dice ella, escribe e ilustra cuentos infantiles que serán editados por Zig-Zag para ser distribuidos en el país; es este su primer acercamiento a al escritura. Décadas después, son historias íntimas las que moverán a esta artista a viajar a Europa en búsqueda del encuentro con las vanguardias de ese continente.

Una mujer que, como ella suele decir, se lanza tarde a la escritura dramática enmarañada en los matrimonios y crianzas, actos obligatorios en la mujer de su época que ella lucha por desestructurar. Decide así, luego de pasar un año en Francia “estudiando cine, dando cursitos de español y disfrutando de la vida intelectual de París”, regresar a su país de origen cargada de energía e ideas, con una película bajo el brazo -de la que hoy, lamentablemente, no se tiene registro- y la incesante curiosidad que la lleva a recoger sus propias experiencias con “el frío que cala huesos” para dar cuerpo a su teatro. 

Cuando los gobiernos radicales llegan al poder (en la década de 1940) se inicia en Chile una política de divulgación y fomento del teatro que propaga las iniciativas escénicas como parte de un proyecto que promueve la educación como motor del desarrollo nacional:

[…] Con la llegada del Frente Popular, tanto obreros como participantes del movimiento teatral esperaban ver sus necesidades satisfechas de una mejor manera. De esta forma el DTN (Dirección superior de teatro nacional) -dependiente de la Secretaría General de Gobierno desde 1942 y hasta 1948 cuando pasó a manos de la Universidad de Chile- patrocinó y administro cinco teatros móviles que recorrieron los barrios populares de Santiago. (1)


En este contexto es que el teatro de élite y encerrado en salas selectas se ve en crisis y los creadores deben enfrentarse a esta fisura para proponer una nueva forma dramática. Es aquí en donde Aguirre inicia su propuesta teatral innovadora, carrera que se consolida en 1953 cuando gana un concurso organizado por la Universidad de Chile, casa de estudios que luego la albergará como profesora de Historia del teatro,  con Carolina (comedia en un acto) escrita en diálogo inocente pero que relata el revés del fracaso en la vida de una joven burguesa, esta pieza marca el punto de partida de la búsqueda teatral de esta mujer que la inscribe en el mundo convulsionado del desarrollo de un teatro experimental. Es precisamente en ese momento que incentivada por Hugo Miller, ya en ese tiempo icono de los montajes santiaguinos, que decide llevar a escena esta comedia para una muestra en el teatro de la misma universidad; esta experiencia le permite insertarse definitivamente en el mundo del teatro y consolidar la profesionalización de su quehacer dramático. Sin duda Aguirre alcanza en este punto el fortalecimiento de sus relaciones profesionales y artísticas y la validación pública de una mujer, una de las pocas, que escribe teatro en la novel escena chilena. La inquietud del movimiento social y la experimentación itinerante se sembrará desde el inicio y gracias a la influencia de las políticas del Frente Popular en la visión de teatro de Isidora Aguirre, quien será la principal encargada de establecer la relación entre el mundo popular y la ruptura de la estática sala universitaria a partir de la década del 50.

Isidora Aguirre va poco a poco perfilando su carrera, dándole un tono comprometido a sus textos y montajes, experimenta con el teatro Brechtiano desplazando la mímesis realista a la que estaban acostumbradas las tablas nacionales, encuentra temáticas que motivan viajes investigativos, toma contacto con agrupaciones indígenas, campesinas y con sindicatos o cooperativas de mujeres obreras, esta búsqueda metodológica será luego el sustrato de sus obras. Escribe, dirige, monta escenografías, viaja con obras itinerantes, crea los Cabezones o T.E.P.A. (Teatro experimental, popular, aficionado), primera manifestación de performance propagandística en Chile con la intención de colaborar en la campaña del candidato a la presidencia en 1970, Salvador Allende. Una vez iniciada la dictadura militar en el año 1973, su trabajo se ve sumergido y ella se convierte en una activa colaboradora de la oposición transformando su casa en un escondite para evadir la tortura y centro de contacto para salir del país de muchos artistas durante las décadas de represión.

El teatro, como muchas otras manifestaciones artísticas, es en este tiempo censurado y las salas se repletan de obras clásicas que dan prueba del buen gusto del gobierno autoritario, el trayecto del teatro popular queda sumergido. Aguirre centra su ahora silencioso trabajo en obras como El retablo de Yumbel, escrita y montada en el año 1987 con un grupo de actores penquistas en donde recrea en la ciudad de Concepción los tormentos de San Sebastián como alegoría de los tormentos sufridos por cinco detenidos políticos en la ciudad del sur de Chile.

La escritura sigue siendo hoy para Isidora Aguirre el fundamento de su vida. Sus obras han sido muchas veces encasilladas como retratos de época, pero el análisis de la génesis textual y la revalorización de sus experiencias de puesta en escena en el siglo XX chileno, le otorgan un lugar fundamental en el movimiento artístico latinoamericano. El archivo Isidora Aguirre, que prepara actualmente el CRLA de Poitiers,  es aún material en construcción, miles de papeles esperan por ser clasificados en el departamento de la dramaturga y lentamente van encontrando su espacio en la digitalizacion de sus archivos personales. Hasta ahora se han recopilado el material inicial y las publicaciones de  La dama del canasto (1953),  la génesis y consolidación de Las tres pascualas (1957), una versión preliminar de Población Esperanza (1959) escrita en conjunto con Manuel Rojas, el material utilizado como guión de Los cabezones (1970) y fotografías de esta experiencia de teatro poblacional, así también se  han resguardado cinco versiones (entre ellas una adaptación para un grupo de actores mapuches con fragmentos en mapudungún), escritos de prensa y el material investigativo de Lautaro, epopeya del pueblo Mapuche (1982), pre-textos y pautas del montaje y material de la difusión de Retablo de Yumbel (1987), laureada con el Premio Casa de las Américas, y una versión anterior de Los libertadores Bolívar y Miranda(1993). El material que queda por recopilar es inmenso y va desde su epistolario hasta todo el proceso de creación y montaje de obras importantísimas como La pérgola de las flores (1960), Los papeleros (1963), y Los que van quedando en el camino (1969) recientemente montada en el festival de teatro “Santiago a Mil” como parte de la selección de obras fundamentales del bicenteario chileno, y que, paradójicamente, se presentó en el ex-Congreso Nacional, utilizado por primera vez como sala teatral y lugar en donde fue decretado un mandato que censuró esta pieza en 1969. Todo esto sin contar el gran número de documentos que esta mujer ha guardado como testimonio de su relación con grandes intelectuales y artistas de su época, sus diarios y memorias.

Isidora Aguirre parece una mujer frágil, en la agilidad precaria de su cuerpo sigue corriendo la avidez de una mente inagotable, la magnitud y carisma de su obra nos demuestran su fortaleza, ella es la evidencia del coraje de creer y crear, es nuestra labor resguardar democráticamente su archivo y ponerlo a disposición de lectores y teatristas de todo el mundo para dar pie a la reflexión de su obra y a la difusión del montaje de sus piezas que siguen siendo contingentes a nuestro contexto. Se espera en el curso de este año consolidar la digitalización del total de los documentos y así avanzar en el camino de búsqueda e investigación de la obra de esta artista chilena.

 

Notas

(1). C. Darrigrandi, Dramaturgia y género en el Chile de los sesenta, Santiago, LOM, 2001, p. 24.