La memoria histórica es una deuda pendiente cuyas heridas han pasado por el cedazo de los padres para que
los hijos puedan nombrar lo innombrable.
Pablo Raphael (1)
Patricio Pron y Alejandro Zambra, escritores conosureños, forman parte de una generación que ha sido llamada de forma simbólica, la generación de los “hijos.” (2) Este término alude tanto a su condición de nacidos en los años setenta, lo cual nos indica que vivieron de cerca el periodo de las dictaduras en Argentina y Chile –son entonces “hijos de las dictaduras”– como al hecho de ser descendientes de individuos que en algunos casos tuvieron una participación política activa en grupos opositores a los regímenes en el poder y fueron testigos y/o víctimas directas de los horrores vividos en esa convulsa etapa de la historia. Ambos autores han sido considerados a pesar de su juventud –son menores de cuarenta y cinco años– como dos de los mejores escritores latinoamericanos contemporáneos y pertenecen a una generación cuya literatura está visiblemente marcada por la herencia problemática de un pasado aún no resuelto.
Así, Formas de volver a casa del chileno Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975), publicada en 2011 y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia del argentino Patricio Pron (Rosario, 1975), publicada en ese mismo año, son dos novelas que presentan el tema de la dictadura desde la experiencia individual, personal e íntima de quienes fueron niños en una época de agitación política y social. De igual forma, cabe destacar que ambas novelas tienen en común el hecho de presentar una voz narrativa en primera persona, cuyas principales características son la ambigüedad y la indeterminación. Hay por un lado, una innegable referencialidad –reforzada por la anonimia del personaje/narrador que comparte características y coincide en muchos aspectos con el autor– al mismo tiempo que los indicios paratextuales aluden a una obra ficcional.
Esta forma de escritura híbrida que invita a cuestionar el límite entre la realidad y la ficción, y las fronteras entre géneros literarios, es conocida como autoficción. Para ambos escritores, Pron y Zambra, la autoficción es el recurso literario idóneo para reflexionar desde un anclaje en el universo de lo personal acerca de un pasado conflictivo y la recuperación de una memoria difusa, fragmentada, reconstruida con imágenes de la infancia, e historias propias y ajenas. Esto se debe a que la autoficción, al moverse en el terreno fronterizo entre lo factual y lo ficcional, refleja en gran medida la manera con la cual operan los recuerdos conservados sobre el pasado dictatorial: en una constante tensión entre lo individual y lo colectivo, entre lo real y lo imaginario.
De los dos conceptos que estructuran nuestro trabajo, definiremos el de memoria apoyándonos en Paul Ricoeur y su libro La mémoire, l’histoire, l’oubli. El término “memoria” remite a una lucha mental constante contra el olvido (3) y menciona que ésta, como parte de una búsqueda incesante del pasado, está ligada a la tarea de no olvidar e incluso habla de cómo en contextos como el posdictatorial, la memoria se convierte en un deber: “le devoir de mémoire fonctionne comme tentative d’exorcisme dans une situation historique marquée par la hantise des traumatismes subis par les dictatures […]”. (4) Este “deber de memoria” es entonces, el deber de hacer justicia a otros por medio del recuerdo. (5)
Por su parte, la autoficción, neologismo creado en 1977 por el escritor francés Serge Dobrovsky para calificar su novela Fils (texto que se proponía al mismo tiempo como ficticio y autobiográfico), da cuenta no sólo del “giro subjetivo” (6) que ha asaltado la literatura desde finales del siglo XX, sino de toda una reconfiguración de nociones como autor, escritura, texto y géneros narrativos. Así, la autoficción, teorizada principalmente en Francia, se ha transformado en una constante en la narrativa reciente en América latina y si bien existen diferentes definiciones de este concepto, tomaremos la propuesta por Manuel Alberca, teórico español, quien ha trabajado arduamente el tema de la autoficción en lengua española y plantea que:
Una autoficción es una novela o relato que se presenta como ficticio cuyo narrador y protagonista tienen el mismo nombre que el autor […]. El signo clave o la cifra textual de la propuesta autoficticia, sin el cual ésta pierde su especificidad, es la correspondencia nominal inequívoca entre autor, narrador y personaje [...] esta puede aparecer bajo diferentes formas y procedimientos, pero que remiten siempre a la firma de la portada. (7)
En el ejemplo del corpus, veremos que la mencionada correspondencia nominal puede ser implícita, sugerida, e inclusive deslizada por la trama, pues la autoficción tiene un carácter experimental, juega con la indeterminación y se rehúsa a la imposición de límites, a la normalización. En ese sentido, en las novelas de Pron y Zambra diversas estrategias contribuyen a insinuar la correspondencia entre autor/personaje/narrador sin que ésta sea declarada. No obstante, la ausencia del nombre explícito del autor en el texto no es anodina, por el contrario, es un recurso que establece un vínculo con el temade la memoria y de la escritura, la cual opera como mecanismo contra el olvido.
La voz narrativa: un “yo” fragmentado
En las dos novelas seleccionadas, la autoficción se presenta como la forma narrativa que permite recuperar los trozos de una memoria fragmentada, no resuelta, de un pasado doloroso a través de la ficción, en la cual un personaje/narrador, cuya identidad igualmente fragmentada, se revela al mismo tiempo que se esconde. Esta oscilación entre la memoria individual y la memoria histórica, entre lo personal y lo colectivo, nos habla de la incapacidad de representar el pasado objetivamente y de la necesidad de esta generación de los “hijos” de comunicar su experiencia y escribir contra el olvido.
Cabe destacar que en nuestro trabajo se analizará, además de la voz narrativa, la estructura de las novelas y los personajes secundarios, pues en estos últimos se ve proyectada la cuestión de hacer justicia por medio del recuerdo, mientras que en la estructura de las novelas se refleja la fragmentariedad de la memoria. Por su parte, en la figura del narrador en primera persona se advierte el deseo de proponer una versión personal de los hechos históricos, enunciando desde aquellos que en plena dictadura eran demasiado jóvenes para tener una opinión política o si quiera asimilar la gravedad de la situación.
Formas de volver a casa y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, si bien coinciden en el hecho de ser narraciones que pueden ser catalogadas como autoficcionales, los procedimientos que cada una utiliza para aludir a una identificación entre autor/narrador/personaje son diferentes. Sutiles en el caso de la novela de Zambra, en la cual la información que sobre sí mismo proporciona el narrador, a manera de “pistas”, aunque no contradice lo que se conoce sobre el autor, tampoco es totalmente comprobable. Por su parte, en la novela de Pron, las alusiones a la identidad del narrador resultan más evidentes y explícitas.
Tenemos en la novela de Zambra un narrador que dice haber pasado su infancia en Maipú, más tarde haber estudiado literatura y ejercer la docencia universitaria, cuestiones en las cuales coincide con el autor. De igual manera, hay una correspondencia autor/narrador respecto a la edad, pues el personaje dice tener 10 años en 1985, como el propio Zambra, quien nació en el año de 1975. Es importante destacar, además, la presencia de escritores chilenos como personajes, entre los cuales se cuentan a Rodrigo Olavarría y Alejandra Costamagna, ésta última, según el narrador, su amiga.
Esta situación nos indica la inserción de la voz narrativa en la escena literaria chilena contemporánea y, por lo tanto, la pertenencia a un campo cultural específico.
Por otra parte, el personaje principal de la novela de Pron, además de presentarse como un argentino radicado en Alemania, país en donde llevó a cabo estudios superiores, menciona el nombre de su padre “Chacho” Pron y de esta forma, señala indirectamente su propia identidad. Asimismo, en el epílogo de la novela el autor habla sobre la hibridez de su obra, en la cual convergen realidad y ficción: “Aunque los hechos narrados en este libro son principalmente verdaderos, algunos son producto de las necesidades del relato de ficción, cuyas reglas son diferentes de las de géneros como el testimonio y la autobiografía”. (8)
A pesar de las diferencias que presenta cada novela en la construcción de un narrador autoficcional, en ambos casos sobresale la figura de un protagonista dedicado a la escritura cuyo nombre es desconocido. Este narrador ambiguo se insinúa y se oculta como en un juego de máscaras, al no presentarse de forma categórica, le permite al lector identificarse con él. Incluso se incita al establecimiento de un vínculo entre ese narrador/personaje cuyos recuerdos de la dictadura provienen de la infancia y toda una generación, la de aquellos cuya niñez ocurrida en los años ochenta estuvo marcada por los silencios, la violencia omnipresente, la separación y el temor. El personaje-narrador encarnaría entonces a la generación de los “hijos”.
En los narradores de Formas de volver a casa y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, se proyecta la imagen de una generación y las diferentes formas en que ésta vivió bajo las dictaduras del Cono Sur. Por un lado, el narrador de la novela de Zambra, hijo de padres apolíticos pertenecientes a la clase media, experimenta un sentimiento de culpa al ser uno de los pocos en cuya familia no había “ni muertos ni torturados”. Por otro lado, en la novela de Pron, el protagonista es hijo de periodistas quienes durante el periodo dictatorial militaron en una organización opuesta al régimen en el poder y vivían con el temor constante de ser desaparecidos. Dos caras de una realidad muy similar, violenta, opresiva, dos formas diferentes de vivir y de actuar bajo un régimen represor. Ambas representan las posturas que tomaron quienes en los años setenta en Argentina y Chile vieron su juventud conmocionada: pronunciarse en contra de la dictadura o mantener una actitud neutral. Así pues, a través de la autoficción, Zambra y Pron logran representar un “yo” cuyo vínculo con el pasado se establece a través del recuerdo y de la imaginación, pues para quien recurre a la memoria de la infancia, las remembranzas se presentan en roce constante con la ficción.
Resaltamos la importancia de la relación entre memoria e imaginación debido a que ambos narradores se encuentran con sus recuerdos de la niñez, los cuales son recuerdos-imagen, pues un recuerdo como tal, según menciona Paul Ricoeur, no es otra cosa que una imagen del pasado. (9) Estos recuerdos sobre la dictadura, los padres, la realidad que los rodeaba cuando eran niños, aparecen como imágenes borrosas, inestables. No obstante, la existencia de esas imágenes, aunque turbias, son la prueba de que los recuerdos sobre la dictadura siguen presentes y tienen un lugar importante en la memoria pues como menciona Henri Bergson en su obra Matière et mémoire, “un recuerdo, a medida que se actualiza tiende a vivir en una imagen.” (10) Estas imágenes se caracterizan sobre todo por su inestabilidad que cuestiona la relación entre lo recordado y lo vivido. Es en el intersticio entre uno y otro que aflora la ficción: ¿Cuáles recuerdos son verdaderos y cuáles fruto de la imaginación? O incluso podríamos cuestionarnos si un recuerdo puede ser considerado verdadero, pues la psique del ser humano tiende a realizar una “selección” de recuerdos, de manera que conserva algunos, descarta otros y modifica aquellos que ha decidido conservar.
Ricoeur, citado anteriormente, menciona que la imaginación y la memoria tienen como punto común la presencia de lo ausente, (11) es decir, ambas intentan asir algo intangible e irrecuperable: las imágenes del pasado (la memoria) o las imágenes de la fantasía (la imaginación). En ambas novelas, los protagonistas poseen recuerdos propios del episodio dictatorial, sin embargo, éstos fluctúan entre lo imaginado y lo vivido, están mediados y condicionados, a tal punto, de resultarles difícil comprenderlos a distancia. Un ejemplo de ello lo tenemos en la forma en la cual el protagonista de la novela de Pron recuerda un hecho cotidiano de su niñez relacionado con la violencia:
Nunca entendí por qué siempre salía él (el padre) primero a encender el coche, dije; no tenía ningún sentido porque de todas formas iba a tener que esperar por nosotros. Mi hermana me miró como si no entendiera lo que yo acababa de decir […]. En esa época mataban a periodistas, les ponían bombas en los coches; él salía solo cada vez a encender el coche para asumir todo el riesgo él y protegernos. No puedo creer que no te acuerdes, dijo. (12)
Algo similar ocurre en Formas de volver a casa en la manera como el narrador/protagonista evoca a Pinochet:
En cuanto a Pinochet, para mí era un personaje de televisión que conducía un programa sin horario fijo, y lo odiaba por eso, por las aburridas cadenas nacionales que interrumpían la programación en las mejores partes. Tiempo después lo odié por hijo de puta, por asesino, pero entonces lo odiaba solamente por esos intempestivos shows que mi papá miraba sin decir palabra, sin regalar más gestos que una piteada más intensa al cigarro que llevaba siempre cosido a la boca. (13)
Estos dos ejemplos ilustran como la memoria de los “hijos” es (re)construida desde la experiencia infantil y a partir de esos recuerdos, de situaciones sólo comprendidas ya en la edad adulta, se configuran historias caracterizadas por la disgregación. Este aspecto se manifiesta, por un lado, en la figura del narrador/personaje cuya identidad se presenta en retazos y más que revelarse, se esboza. Por otro lado, la disgregación la tenemos también en la estructura de ambos textos, puesto que se percibe una constante mise en abyme y ficcionalización del acto de escritura.
La estructura: una escritura que se ve a sí misma
Tenemos en ambas novelas una escritura especular. Formas de volver a casa se estructura en cuatro capítulos. El primero y el tercero conforman un relato de infancia acerca del cual el narrador de los capítulos dos y cuatro, reflexiona metaficcionalmente al ser la novela que escribe. Por su parte, en El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia el protagonista se encuentra con una misteriosa carpeta repleta de documentos (artículos de prensa, crónicas, etc.) sobre una investigación que realizaba su padre. El contenido de los papeles descubiertos forma parte del texto y de la trama.
En las dos novelas, el narrador es también lector de su misma obra, hay una reflexión sobre el acto de escribir y constantes referencias a la creación literaria que está teniendo lugar frente al lector. Esta metarreflexión sobre el ejercicio literario se relaciona de manera directa con la memoria y el trabajo del recuerdo mediante la escritura realizada por los dos narradores, pues ambos escriben no desde la certeza que pudiera tener un testigo, sino desde la duda. (14) Escriben para no olvidar y para rescatar una memoria que confronta la de aquellos que vivieron las dictaduras siendo adultos.
De esta manera, la escritura adquiere un papel principal en las novelas de Pron y Zambra. Se convierte de forma simbólica en el “regreso” al cual aluden las dos historias, pues Pron vuelve a Argentina al enterarse de la enfermedad de su padre, pero se siente como un extraño en la casa paterna. La escritura viene a ser la vuelta a “casa”, al hogar en el cual “descubre” el pasado de su familia, de su país y termina por encontrarse a sí mismo. Por su parte, en Zambra el “volver a casa” indica un retorno al origen, a la casa paterna, a la memoria, pero también a la creación literaria y al lenguaje. Este último, en las dos novelas se presenta fracturado, lo cual se percibe a través de una serie de listas y enumeraciones cuyo contenido resulta altamente simbólico, pero al presentarse a manera de relación, reduce el lenguaje, lo impersonaliza. Un ejemplo de ello lo tenemos cuando el narrador de la novela de Pron lee las instrucciones del medicamento que tomaba y menciona las consecuencias de su consumo:
Leí que aquellas pastillas tenían un efecto sedativo, antidepresivo y ansiolítico […] que producen dependencia física y psicológica y que induce amnesia además de la disminución o la falta completa de la capacidad para recordar los eventos que tengan lugar durante los periodos de acción de la droga […] fatiga, desorientación, ataxia, náuseas, embotamiento afectivo, reducción del estado de alerta, visión borrosa o doble, agitación, alteraciones del sueño […]. (15)
Lejos de hablar del estado de alteración físico y psicológico que padecía, el narrador reduce todo al listado de los efectos secundarios provocados por el medicamento consumido. Esto lleva al lector a rellenar los huecos de significación dejados por esta disminución del lenguaje. Algo similar ocurre en Formas de volver a casa cuando el protagonista revisa la biblioteca de la casa paterna y se reencuentra con los libros de su infancia:
Reconocí la enciclopedia del automóvil, el curso de inglés de la BBC y los viejos libros de la revista Ercilla con sus colecciones de literatura chilena, española y universal. En la hilera del centro había también una serie de novelas de Isabel Allende, Hernán Rivera Letelier, Marcela Serrano, John Grisham, Barbara Wood, Carla Guelfenbein y Pablo Simonetti, y más cerca del suelo algunos libros que leí cuando era niño, para el colegio […]. (16)
El narrador no menciona nada sobre la austeridad de la biblioteca paterna, ni la importancia de ésta en su formación, apenas si realiza un inventario de lo que encuentra. Sin embargo, sobresale en el fragmento citado la mención de los libros de la revista Ercilla, los cuales son una referencia cultural, pues marcaron a toda una generación de chilenos. Así lo explica Zambra en su libro de ensayos No leer: “En mi casa, como en la mayoría de las casas de clase media, la biblioteca consistía únicamente en una colección de libros baratos que venían de regalo con la revista Ercilla”. (17)
De acuerdo con Zambra, durante los años de la dictadura, la falta de acceso a la cultura escrita fue una constante y para muchos chilenos, cuya infancia transcurrió en esta época, eso significó que sus primeras lecturas fueran de esos volúmenes a los cuales la clase media podía acceder sin dificultad. De nuevo vemos en el ejemplo de Formas de volver a casa, que el lenguaje se vuelve sintético, disminuye y esto obliga al lector a tener una participación activa en la construcción del significado de la obra, no es sólo un receptor.
Es importante mencionar también dentro de los elementos en los cuales se ve reflejada la fragmentación estructural, la mise en abyme. Esta se presenta en El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia a través de una serie de textos periodísticos insertos en la novela. Cada uno forma parte de una investigación que el padre del protagonista llevaba a cabo para esclarecer el motivo de la desaparición de un hombre, hermano a su vez de una joven militante, amiga de juventud de los padres de Pron, quien fue desaparecida en Tucumán durante la dictadura militar. Esta serie de documentos que el narrador encuentra, conforman el material de la novela que el lector se encuentra leyendo, así lo explica el mismo protagonista: “Me dije que yo tenía los materiales para escribir un libro y que esos materiales me habían sido dados por mi padre, que había creado para mí una narración de la que yo iba a tener que ser autor y lector, y descubrir a medida que la narrara”. (18)
Al formar parte de la novela pues han sido incorporados al texto, el lector se encuentra con estos documentos transcritos o con la descripción de las fotografías de los recortes de periódico y si bien resulta imposible determinar la fuente de éstos o incluso saber si son reales o no, el efecto que provocan en el lector es en un principio de extrañamiento, pues el relato se alterna con este tipo de documento ajeno a la historia central. No obstante, la presencia de estos documentos termina por reforzar de forma estratégica la verosimilitud de la narración y la veracidad de los hechos narrados. Destaca además el hecho de que éstos conforman el núcleo de una historia secundaria –de nuevo la presencia de la mise en abyme– la del desaparecido Alberto Burdisso cuyo desenlace se funde con el final de la historia principal.
Por su parte en Formas de volver a casa hay una novela dentro de la novela que el lector tiene ante sí. A manera de cajas chinas, (19) una novela contiene a la otra y en un juego de espejos metaficcional, el personaje/narrador explica sobre qué trata el libro que escribe: “Ella me pide que le cuente de qué se trata el nuevo libro. No quiero responderle, ella se da cuenta, y vuelve a preguntar. Le digo que de Maipú, del terremoto del 85, de la infancia”. (20)
Por todo lo anterior, puede decirse que ambos relatos se configuran a través de juegos de ecos y espejos, en los cuales la metaficcionalidad tiene un lugar muy importante. Podemos hablar así de una narrativa fragmentada que funciona con el mismo mecanismo con el cual funciona la memoria. Es decir, así como la memoria se conforma de imágenes fraccionadas los relatos de Zambra y Pron se constituyen como la suma de una serie de fragmentos de textos que convergen en uno mismo.
Personajes secundarios, personajes-archivo
La reescritura de la memoria llevada a cabo en ambos textos involucra por un lado, la memoria individual, los recuerdos de la infancia de los narradores y, por otro lado, la memoria de terceros. Una suerte de memoria colectiva, adquirida en muchas ocasiones a través de aquellos cuyas vivencias están ligadas a un episodio histórico. En las dos novelas analizadas hay personajes-archivo, es decir, personajes cuyas experiencias vivenciales de la dictadura y sus consecuencias se traducen en información única, casi comparable a la información documental. Son estos personajes quienes conducen a los protagonistas a descubrir un pasado familiar y nacional en ocasiones oculto, desconocido o el cual quizá es conocido, pero puede ser visto desde otra perspectiva. En ambas historias, este (re)encuentro con el pasado lleva a los narradores a reflexionar sobre el presente y sobre sí mismos.
En cuanto a la relevancia de los otros personajes en las novelas de Pron y Zambra –de los “personajes secundarios”, como se titula el primer capítulo de Formas de volver a casa– es importante destacar que los dos son relatos filiales. Las relaciones con los padres se dan, en el caso de la novela de Zambra, en un constante desencuentro de opiniones y puntos de vista. Incluso puede decirse que el personaje/narrador reclama a sus padres su indiferencia política y su tolerancia al régimen de Pinochet, lo cual provoca discusiones, enfrentamientos familiares como lo podemos observar en el siguiente ejemplo:
Nos han metido la mano al bolsillo todos estos años, dice. Los de la Concertación son una manga de ladrones, dice. Y finalmente viene la frase temida y esperada, el límite que no puedo, que no voy a tolerar: Pinochet fue un dictador y todo eso, mató a alguna gente, pero al menos en ese tiempo había orden. Lo miro a los ojos. En qué momento, pienso, en qué momento mi padre se convirtió en esto. ¿O siempre fue así? ¿Siempre fue así? Lo pienso con fuerza, con un dramatismo severo y doloroso: ¿siempre fue así? […] No puedo evitar preguntarle a mi padre si en esos años era o no pinochetista. Se lo he preguntado cientos de veces, desde la adolescencia, es casi una pregunta retórica, pero él nunca lo ha admitido –por qué no admitirlo, pienso, por qué negarlo tantos años, por qué negarlo todavía. (21)
Es con la aparición del personaje-archivo de Claudia, una vieja amiga de la infancia a quien conoció durante la noche del terremoto ocurrido en 1985 (de quien después sabremos casi al final de la novela que es en realidad Eme, la ex pareja del narrador-personaje) cuando el protagonista se encuentra con una historia de dolor, separación y sufrimiento, como tantas otras provocadas por la dictadura. Se cuestiona entonces acerca de cómo deben ser contadas esas historias y quién tiene derecho a hacerlo.
Así pues, el padre de Claudia, militante que ayudaba a otros opositores al gobierno escondiéndolos en su casa, tuvo que separarse de su familia para evitar exponerlos al peligro al que se arriesgaban todos aquellos quienes se mostraban públicamente contrarios al régimen dictatorial. Esta separación conllevó un cambio de identidad y de apariencia. La familia de Claudia se distanció, debían fingir no conocerse y esto provocó un quiebre en la vida familiar. La ausencia, el dolor, los silencios constantes, el temor, la falta de explicaciones marcan la niñez de Claudia: “Pero eso sentía Claudia cuando era niña: que sucedían cosas raras, que convivían con el dolor, que guardaban difícilmente una tristeza larga e imprecisa, y sin embargo era mejor no hacer preguntas, porque preguntar era arriesgarse a que también le respondieran eso: come y calla.” (22)
El misterio y la falta de explicaciones que imperaron durante la infancia se convierten ya en la edad adulta en una pesada carga, surge entonces la necesidad de comprender. Aquellos que fueron niños durante la dictadura comienzan a cuestionar a quienes eran adultos y atestiguaron los hechos traumáticos, en busca de respuestas que les ayuden a entender lo que ocurrió en su infancia:
Luego vino el tiempo de las preguntas. La década de los noventa fue el tiempo de las preguntas […]. Me sentaba durante horas a hablar con mis padres, les preguntaba detalles, los obligaba a recordar, y repetía luego esos recuerdos como si fueran propios; de una forma terrible y secreta, buscaba su lugar en esa historia. No preguntábamos para saber, me dice Claudia mientras juntamos los platos y recogemos la mesa: preguntábamos para llenar un vacío. (23)
Por su parte, en la novela de Pron, debido a una repentina enfermedad de su padre, el protagonista regresa a la Argentina después de muchos años de ausencia. Debido a la gravedad de la enfermedad, el padre no puede hablar, toda esa serie de silencios en su relación no pueden ser rotos. No obstante, cuando el protagonista encuentra los documentos de la investigación (un archivo real) que él realizaba sobre la desaparición de un hombre, ocurre un reencuentro del hijo con la historia política del padre y con la memoria colectiva de una generación.
La relación con el padre, quien se convierte de forma indirecta en un personaje-archivo, marca el carácter filial de la narración. El narrador-personaje de la novela de Pron, así como ocurre en el caso del relato de Zambra, vuelve a casa y ese regreso viene acompañado, en un primer momento, de confusión, de sentimientos encontrados, recuerdos nebulosos y la sensación de nunca haber tenido un “hogar” a pesar de que su familia siempre estuvo ahí. Después, una vez instalado en la casa familiar y tras descubrir los documentos recopilados por su padre, entabla un diálogo simbólico con éste –el cual reemplaza las palabras que no pueden decirse– con su propio pasado y con la historia de su país, con la memoria colectiva de la Argentina dictatorial.
Este concepto de memoria colectiva está estrechamente vinculado con el hecho de que ambas novelas son relatos de filiación pues la mayoría de los recuerdos sobre la dictadura están ligados a la figura de los padres, a la posición política activa o pasiva de éstos durante la dictadura. La memoria colectiva se conecta con la manera como se recuerda esos episodios, de acuerdo al grupo de pertenencia, ya sea a la oposición o a quienes permanecieron neutrales. Una parte de los recuerdos de infancia de los protagonistas de ambas novelas está pues vinculado a un imaginario común, a una memoria plural. Sobre el concepto de “memoria colectiva” Maurice Halbwachs nos dice que:
On n’est pas encore habitué à parler de la mémoire d’un groupe, même par métaphore. Il semble qu’une telle faculté ne puisse exister et durer que dans la mesure où elle est liée à un corps ou à un cerveau individuel. Admettons cependant qu’il y ait, pour les souvenirs, deux manières de s’organiser et qu’ils puissent tantôt se grouper autour d’une personne définie, qui les envisage de son point de vue, et tantôt se distribuer à l’intérieur d’une société grande ou petite, dont ils sont autant d’images partielles. (24)
Según Halbwachs, la memoria indivual, la cual en el caso de nuestro corpus se refiere a la memoria de los narradores, es sólo una parte de una totalidad (la memoria histórica), la cual se distribuye en imágenes parciales dentro de una sociedad. Así, al escribir contra el olvido desde un punto de vista personal que se remite a los recuerdos de la infancia y no a una experiencia testimonial, la memoria de los “hijos” entra en tensión con otros discursos acerca del pasado, sobre todo con aquellos de la generación de los “padres” (los contemporáneos de la dictadura) y plantea un quiebre respecto a la forma convencional de tratar el pasado histórico.
La tensión entre la memoria individual de la generación de los “hijos” y la memoria colectiva queda ejemplificada en la novela Formas de volver a casa a través de uno de los pasajes que el personaje-archivo de Claudia comparte al personaje-narrador sobre su infancia. En él, un lugar como el estadio nacional es un referente que evoca remembranzas alegres y cálidas para los “hijos”, mientras que para los contemporáneos de la dictadura, aquellos comprometidos y militantes, está asociado a uno de los episodios más crueles de la dictadura:
Llegamos al Estadio Nacional. El mayor centro de detención en 1973 siempre fue, para mí, nada más que una cancha de fútbol […]. En 1977 se anunció que Chespirito, el comediante mexicano, vendría con todo el elenco de su programa para dar un espectáculo en el Estadio Nacional […] Sus padres se negaron en principio, a llevarla, pero al final cedieron […]Muchos años más tarde Claudia supo que ese día había sido, para sus padres, un suplicio. Que cada minuto habían pensado en lo absurdo que era ver el estadio lleno de gente riendo. Que durante todo el espectáculo ellos habían pensado solamente, obsesivamente, en los muertos. (25)
Por su parte en la novela de Pron el narrador-protagonista, después de un largo periodo de amnesia inducida por el consumo de diversos medicamentos y drogas fuertes, empieza a recordar detalles de su infancia. No sólo eso, comienza a vincular el contexto dictatorial de esa época y la situación de su familia con aspectos de su vida cuando era niño que no había logrado entender, que creía anodinos pero de repente cobran significado. Se percata también que esas mismas situaciones vividas en su infancia habían permanecido en su subconsciente, dormidas. Sus recuerdos de infancia están traspasados por la memoria colectiva de la época del terror en la Argentina:
Cuando era niño tenía órdenes de no traer a otros niños a la casa; si debía andar solo por la calle, debía hacerlo en dirección opuesta al tráfico y prestar atención si un coche se detenía junto a mí. Yo llevaba una placa al cuello con mi nombre, mi edad, mi grupo sanguíneo y un teléfono de contacto […]. Estas prohibiciones, que recordé en aquel momento por primera vez en mucho tiempo, estaban destinadas a preservarme y a preservarnos a mis padres y a mí y a mis hermanos en una época de terror […]. (26)
La memoria colectiva y la memoria individual se encuentran siempre en tensión en las novelas analizadas. No obstante, una atraviesa a la otra y en el corpus la función de los personajes-archivo es conectar ambas, hacerlas dialogar y complementarse, pues la memoria colectiva se construye de toda la serie de historias individuales atravesadas por un hecho histórico determinado. De esta forma, el padre, en el caso de la novela de Pron, y Claudia en el relato de Zambra, son dos personajes-archivo que les revelan a los protagonistas otra perspectiva de un pasado en común, de un momento histórico del cual ambos guardan recuerdos, aunque estos sean diferentes.
Así, mientras el narrador de Formas de volver a casa vivió una infancia tranquila en el seno de una familia que trataba de mantenerse alejada de cualquier opinión política, el padre de Claudia había tenido que abandonar el domicilio familiar, esconderse y ayudar a otros en su misma situación, para finalmente, huir del país. De igual manera, el padre del narrador de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, periodista y militante en su juventud dentro de una organización marxista, buscaba resolver, a través del caso de un asesinato, el de la desaparición forzada de una amiga suya.
El encuentro con esas imágenes del pasado, diferentes a las de sus recuerdos hace surgir en los protagonistas la idea de una deuda no saldada, asociada a la herencia problemática de un pasado histórico lacerante. Esto lleva a los personajes/narradores a experimentar un “deber de memoria” y a plantearse la necesidad de rescatar esa memoria histórica, de escribir contra el olvido para hacer justicia a los otros, para rendirles tributo, pues son conscientes de que lo ocurrido en el pasado tiene una incidencia en el presente y en ellos mismos, por lo tanto no debe dejarse perder. Así lo expresa en protagonistas de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia:
Esa historia había que contarla de otra forma, con fragmentos, con murmullos y con carcajadas y con llanto y que yo tan solo iba a poder escribirla cuando ya formase parte de una memoria que había decidido recobrar, para mí y para ellos y para los que nos siguieran […]. Me dije que iba a escribir esa historia porque lo que mis padres y sus compañeros habían hecho no merecía ser olvidado y porque yo era el producto de lo que ellos habían hecho […]. (27)
La literatura funciona en los casos de Pron y Zambra, como una guarida contra el olvido. La escritura deviene un medio para rescatar de la oscuridad del anonimato, las historias de quienes por diversos motivos e impedimentos, no pudieron o no desearon hablar. De igual manera, se destaca el valor de los recuerdos de la infancia como una memoria alternativa que otorga otra perspectiva de los hechos históricos.
Conclusiones
La autoficción en las novelas de Alejandro Zambra y Patricio Pron, es una propuesta estética que permite reconstruir una memoria irresoluta que toca las fibras profundas de una herida colectiva. Esta forma narrativa que expresa la fragmentariedad del sujeto contemporáneo, nos recuerda que no puede hablarse del pasado sino a través de una reinterpretación realizada por una mirada que inquiere en el presente. La ambigüedad de la autoficción, su carácter fragmentario e indeterminado que fluctúa entre lo real y lo ficcional refleja las características de la memoria que posee la generación de los “hijos” sobre la época de la dictadura. Además, el hecho de no obedecer convenciones y de cuestionar los límites de la ficción, de los géneros literarios, hasta infringirlos, otorga a los autores una libertad inusual.
En la autoficción, al no buscarse revelar la “verdad” acerca de si es o no el autor quien narra y si lo relatado es verídico o no y en qué medida, lo que se vuelve importante, lo central, es recuperar y reivindicar la memoria generacional indirecta, no testimonial, mediada pero viva, simbólica de los “hijos”. Esta generación y sus recuerdos de infancia construyen una mirada alternativa al pasado dictatorial que confronta la literatura testimonial, los discursos oficiales y re significan el valor de los recuerdos al plantear una relación distinta entre la Historia, la memoria colectiva, los hechos reales y la historia individual, personal, subjetiva.
A través de recursos como la metaficción y la mise en abyme la autoficción refleja la fragmentariedad de la memoria, su complejidad e imprecisión, el constante ir y venir del pasado al presente cuando se intenta recordar. Todo esto sumado al hecho de que el lector tiene una participación activa en la recepción de las obras pues la escritura “juega” con el lector, le pone trampas, esconde y revela, lo obliga a armar el rompecabezas de la narración, da como resultado obras de gran complejidad literaria y profundidad, genéricamente indeterminadas.
En Formas de volver a casa y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia la lucha contra el olvido se materializa en la escritura, a través de la autoficción se rescata la memoria generacional de quienes vivieron la dictadura siendo niños y se rinde homenaje a las historias anónimas de quienes sufrieron, padecieron y fueron víctimas de los regímenes dictatoriales. Se exploran así, nuevos sentidos acerca del pasado y la historia reciente de Chile y Argentina.
Bibliografía
Alberca, Manuel. El pacto ambiguo, de la novela autobiográfica a la autoficción. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007.
Barraza Caballero, Luisa Fernanda, Plancarte Martínez, María Rita. “Memoria y naufragio en Formas de volver a casa de Alejandro Zambra”. Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica, vol. 7, número. 13, enero-junio, 2016.
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______. No leer. Barcelona: Alpha Decay, 2012.
Notas
(1) Raphael, Pablo, La fábrica del lenguaje, p. 79.
(2) Para más información sobre la literatura de los hijos y la idea de una generación post-dictadura, se puede consultar a Franken Osorio, María Angélica, “Memorias e imaginarios de formación de los hijos en la narrativa chilena reciente”, Revista chilena de literatura, número, 96, 2017; y a Peller, Mariela, “Memoria, infancia y revolución: Reescrituras del pasado reciente en la narrativa de la generación de la post-dictadura”, VIII Jornadas de Sociología de la UNLP, 3 al 5 de diciembre de 2014.
(3) Ricoeur, Paul, La mémoire, l’histoire, l’oubli, p. 537.
(6) Término utilizado por Beatriz Sarlo en el libro Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión.
(7) Alberca, Manuel, El pacto ambiguo, de la novela autobiográfica a la autoficción, p. 158
(8) Pron, Patricio, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, p. 198.
(9) Ricoeur, Paul, Op.cit, p. 53
(10) Bergson, Henri, Matière et mémoire, p. 150
(11) Ricoeur, Paul. Op. cit, p.53.
(12) Pron, Patricio, Op. cit. p. 162
(13) Zambra, Alejandro, Formas de volver a casa, p. 20-21.
(14) González, Carina, “La identidad de los hijos: Memoria y reconstrucción de la dictadura militar. Entrevista a Patricio Pron”, A contra corriente. Una revista de historia social y literatura de América Latina, vol. 9, núm, 2, 2012, p. 394.
(15) Pron, Patricio, Op.cit. p. 25-26.
(16) Zambra, Alejandro, Op. cit. p. 76.
(17) Zambra, Alejandro, No leer, p. 164.
(18) Pron, Patricio, Op. cit. p. 144.
(19) Barraza Caballero, Luisa Fernanda, Plancarte Martínez, María Rita, “Memoria y naufragio en Formas de volver a casa de Alejandro Zambra”, Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica, vol. 7, núm. 13, enero-junio, 2016, p. 108.
(20) Zambra, Alejandro, Op.cit. p.81.
(21) Zambra, Alejandro, Op. cit, p.129.
(22) Zambra, Alejandro, Op.cit, p. 115.
(24) Halbwachs, Maurice, La mémoire collective, p. 97.
(25) Zambra, Alejandro, Op. cit, p.119-120.
(26) Pron, Patricio, Op. cit, p.164