Las memorias del caudillo como modo de escritura de la historia política peruana a fines del siglo XIX en la novela El Conspirador. Autobiografía de un hombre público (1892) de Mercedes Cabello de Carbonera


Sarah Porcheron

CRLA-Archivos, Université de Poitiers

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En América latina, los movimientos de independencia a principios del siglo XIX provocaron una serie de perturbaciones políticas, económicas y culturales, lo que produjo una pluralidad de naciones. Para los escritores decimonónicos, aquellos cambios tuvieron importantes repercusiones en su propia concepción de la literatura. El objeto literario cumplía desde entonces una doble función. Primero, representaba en sí un objeto artístico. Segundo, era a la vez un órgano de reflexión crítica sobre la sociedad y sus principios fundadores. Por ejemplo, en Estados Unidos y en América del Sur, construcción nacional y novela se desarrollaron simultáneamente para edificar una nación ideal por medio de la ficción. Es más, por su gran extensión y la representación de personajes inspirados de la realidad, la novela fue concebida en el siglo XIX como el soporte literario privilegiado para la escritura de la historia nacional (Sommer, Ficciones fundacionales. Las novelas nacionales de América latina, p. 29). También, como lo subraya Ana Peluffo, las guerras de poder y la militarización de las nacientes naciones latinoamericanas cumplieron un papel importante en el proceso de formación de las identidades nacionales. El concepto de la masculinidad viril en el siglo XIX fue asociado a una forma de heroísmo belicoso para diferenciar la apariencia masculina de la femenina y de los enemigos potenciales en términos de fuerza y agresividad. (Peluffo, Entre hombres: masculinidades del siglo XIX en América latina, pp. 7-8).

En el Perú, después de los conflictos generados por las guerras independentistas se agregó la derrota de la Guerra del Pacífico (1879-1883), un evento que subrayó las desigualdades sociales y la fragilidad institucional. De hecho, la nación peruana sufrió una sucesión de caudillos militares al cargo presidencial tales como Nicolás de Piérola (18939-1913), Andrés Avelino Cáceres (1833-1923) o Miguel Iglesias Pino de Arce (1830-1909), etc. En los discursos de los intelectuales peruanos post-Guerra del Pacífico, la figura viril del soldado fue erigida como sujeto nacional ideal. El texto Nuestros indios publicado por el anarquista peruano Manuel González Prada (1844-1918) en 1904, constituye un ejemplo característico de este imaginario nacional masculino agresivo. Según Prada, la integración del indio en la sociedad peruana se hará a la condición de « virilizarlo » enseñándole un sentimiento de odio hacia el opresor chileno:


La condición del indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los opresores se conduele al extremo de reconocer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para escarmentar a los opresores. Si el indio aprovechara en rifles y cápsulas todo el dinero que desperdicia en alcohol y fiestas, si en un rincón de su choza o en el agujero de una peña escondiera un arma, cambiaría de condición, haría respetar su propiedad y su vida. A la violencia respondería con la violencia, escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le recluta en nombre del gobierno, al montonero que le roba ganado e bestias de carga. Al indio no se le predique humildad y resignación, sino orgullo y rebeldía. (Prada, Páginas libres/Horas de lucha, p. 343).

Esa idealización de la masculinidad viril es justamente el tema que anima la escritora peruana Mercedes Cabello de Carbonera (1842-1909) en su última novela El Conspirador. Autobiografía de un hombre público publicada en 1892. Jorge Bello, el héroe-narrador ficticio, relata sus memorias de caudillo, concebido en la novela como el prototipo del conspirador político y militar. Por medio del relato del "yo", narra las diferentes etapas de su vida de conspirador:  niñez atormentada, adolescencia violenta en la escuela militar, adultez como caudillo político y luego golpista derrotado. A pesar de esta voz narrativa personal e íntima, la escritora ofrece finalmente al lector un testimonio con valor histórico acerca de la extrema personalización de la política peruana a fines del siglo XIX. Nos preguntaremos entonces en esta ponencia ¿cómo las memorias personales de un héroe-narrador ficticio pueden llegar a construir un discurso histórico alternativo?

Para responder a esta pregunta, dividiremos nuestra reflexión en dos partes. En primer lugar, analizaremos la escritura del "yo" de la figura corrompida del caudillo como punto de partida de una historia individual hacia la crítica de un contexto histórico desordenado, marcado por la hyper virilización de la política peruana. En segundo lugar, nos interesaremos en el proceso de feminización del héroe como modalidad literaria de reescritura de la historia política peruana, más inclusiva hacia las mujeres.

De la historia personal a la historia colectiva: el « yo » del caudillo

Si bien, El Conspirador constituye un testimonio crítico de la vida política peruana a fines del siglo XIX, el subtítulo llamativo « Autobiografía de un hombre público » instala un pacto de lectura cuyo objetivo es dar la ilusión al lector de la veracidad de los hechos narrados. Sin embargo, no se trata de una autobiografía clásica porque la identidad del héroe-narrador y la de la escritora son diferentes. Jorge Bello es un personaje masculino ficticio, pero tampoco se trata de una novela autobiográfica porque el relato en primera persona no se inspira de la vida de Mercedes Cabello de Carbonera. Entonces, si la forma de narración privilegiada es la de la novela personal, El Conspirador corresponde más bien al género del « roman-mémoires », género literario derivado de la autobiografía. A parte del subtítulo, la mención de "autobiografía" no aparece en ningún momento en el relato. Sin embargo, varias veces el héroe-narrador califica su propio relato de "memorias" que considera a la vez como un texto personal que cuenta experiencias vivenciales y a la vez como un texto público que narra un contexto político-histórico particular. Podemos poner en paralelo aquella dimensión colectiva e individual del relato de Jorge Bello con la definición de René Demoris acerca de las memorias. Considera que son « des relations de faits particuliers pour servir à l’histoire ». Por lo tanto, el mayor objetivo de las memorias es la contribución a una historia futura. No es de sorprenderse que el tema privilegiado de las memorias suele encontrarse en los cambios políticos (Demoris, Le roman à la première personne du clacissisme aux Lumières, p. 70).

La época en la cual se desarrolla el relato de El Conspirador empieza en los años 1860 hasta una fecha indeterminada. Parece extenderse hasta los años 1890 con respecto a los eventos relatados: el caudillismo militar, la manipulación del pueblo y las maniobras políticas que caracterizaron esta época post-guerra del Pacifico. Isabelle Tauzin-Castelanos menciona que aparece solamente una fecha en El Conspirador y además es errónea (Tauzin-Castellanos, «Politique et hérédité dans El Conspirador de Mercedes Cabello de Carbonera (1892)», pp. 489-490). En sus memorias, el héroe Jorge Bello evoca el "el cataclismo de 1868, que estremeció la tierra y derrumbó todas las poblaciones del sur" (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 15). Históricamente, aquel cataclismo ocurrió en 1869 en Moquegua, la región natal de Mercedes Cabello de Carbonera y causó la muerte de más de 1500 personas. De la misma manera, no aparece ninguna alusión en la novela al episodio traumático de la Guerra del Pacífico. Mercedes Cabello de Carbonera decide inventar en su lugar en periodo de paz ficticia entre los años 1860 y 1890. Paradójicamente, estas inexactitudes históricas son indicios de la doble postura que adopta Mercedes Cabello de Carbonera en su última novela. Por una parte, se erige como escritora que escribe ante todo ficciones. Por otra parte, al ofrecer al lector claves de explicación de la extrema corrupción de la política peruana de su época, Cabello de Carbonera opta también por el objetivo crítico del historiador. De hecho, como lo subraya Ivan Jablonka: « L’histoire n’a pas vocation à refléter le réel le plus fidèlement possible, mais à l’expliquer. » (Jablonka, L’histoire est une littérature contemporaine. Manifeste pour les sciences sociales, p. 123).

Pues, en El Conspirador, el héroe-narrador expone al lector el principal motivo de la escritura de sus memorias: evitar a las generaciones futuras reproducir sus errores de caudillo.

Quiero publicar estas memorias. Quizá sean de alguna utilidad para mis contemporáneos; quizá puedan servir de ejemplo a aquellos que, fascinados por las riquezas adquiridas fácilmente, impulsados por los especuladores que rodean a los hombres públicos, y extraviados por sus propias pasiones, crean como yo creía, que el camino seguro, es el de los fraudes y las especulaciones, lleno de encrucijadas y peligros, y no el camino ancho, luminoso, expuesto a todas las miradas, y asegurado contra todas las caídas.
Sí, publicaré estas memorias, y la confesión pública de mis faltas, quizá me devuelva la serenidad de ánimo que he perdido!... (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 286).

Para Jorge Bello, es necesario revelar su infancia para después poder contar su adolescencia y la llegada a la edad adulta. La finalidad de esta narración del pasado íntimo es la comprensión de su proceso de conversión en caudillo y por extensión del fenómeno del caudillismo en el Perú decimonónico: "Bien quisiera prescindir de esta historia de mis primeros años, pero la juzgo necesaria para explicar las mil anomalías que hay en mi vida; y también el lado algo dramático que en ella se ha de encontrar […]" (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 14). Los términos despectivos de "anomolías", "prescindir" y "dramático" para referirse al mundo de la niñez denotan una confesión al lector a su pesar. La reserva de Bello con respecto a aquellos aspectos de su vida tiene que ver con el hecho de que cuando era niño se encontraba a las antípodas de la masculinidad hegemónica viril y agresiva difundida a lo largo del siglo XIX peruano. A través de la narración de la vergüenza del héroe generada por los recuerdos de la fragilidad de su cuerpo infantil, Mercedes Cabello de Carbonera ilustra la obsesión de los hombres de su época por la búsqueda de un cuerpo masculino poderoso que debía encarnar una "masculinidad auténtica".


Yo nací tan débil y raquítico, que nadie esperaba verme cumplir ni aún una treintena de días.
[…] Cuando llegué a los cinco años, mi tía, (luego hablaré de ella) refiriéndose a mi endeble constitución física, solía decir: -Como el pobrecito es sietemesino, es natural que sea delicado y enfermizo.
Mi raquitismo, lejos de ser corregido por una educación vigorizante y de continuo ejercicio, fue fomentado por el excesivo mimo y el cariño tolerante de mis tíos. (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 10).

Aquí, el héroe considera su raquitismo infantil como un signo exterior de la debilidad de su propio cuerpo. Es decir, en el imaginario de Jorge Bello, la carrera de hombre público es indisociable de la construcción de un cuerpo masculino viril. Entonces, Bello busca en sus memorias demostrar su evolución física desde el cuerpo frágil hacia el cuerpo ideal del soldado agresivo.


Cuando cumplí quince años, era ya un mozancón muy espigado, y muy dado a hombrearme con mozos mayores que yo, y todo aquel raquitismo que mi tía explicaba con el feo y antipático calificativo de sietemesino había desaparecido casi del todo; y aunque conservaba mi constitución delicada y nerviosa, sentía ya los primeros destellos de la edad viril, que rápidamente se manifestaba en mí. Las atipladas inflexiones de mi voz, principiaron a desafinarse, como cuerdas que al engrosar, hubiéranse tornado broncas y sonoras. […] apareció el vello viril, dibujando el bozo, y sombreando las mejillas. (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 40)

La insistencia sobre los signos exteriores de virilidad del joven héroe: la barba, la fuerza física y la animosidad son reveladores de que en esta novela, la virilidad es ante todo una noción relacional. De la misma manera que el honor o la vergüenza, se valida "delante" y "para" los otros hombres garantizando la pertenencia al grupo (Bourdieu, La domination masculine, pp. 77-78). Para legitimar su virilidad delante de sus compañeros, Jorge Bello decide entrar en la escuela militar, lugar de exacerbación de la fuerza física. En El Conspirador, el grupo militar no forma un partido estructurado a diferencia de la realidad histórica de los 1890 con la formación del Partido Constitucionalista alrededor de la figura del general Avelino Cáceres. Es decir, que la escritora se aleja de la realidad histórica para afirmar en su novela su opinión antimilitarista (Tauzin-Castellanos, "Politique et hérédité dans El Conspirador de Mercedes Cabello de Carbonera (1892)", p. 490). En este relato, los jefes militares como el caudillo Jorge Bello acceden al poder supremo por la fuerza y Mercedes Cabello de Carbonera los representa como personas incultas, casi analfabetas. Así, la perspectiva narrativa crítica del memorialista Jorge Bello considera a los militares como los verdaderos responsables de la decadencia de la sociedad peruana: 


¿De qué le sirve al Perú [...] tener un escalafón militar más numeroso que el de cualquiera otra nación europea? Los militares peruanos [...] no sirven más que para las formaciones de Corpus o para los entierros de ministros y presidentes; lo que es, en Arequipa, no han servido sino para hacerles revoluciones a los Gobiernos (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 28).

De nuevo, constatamos que Mercedes Cabello de Carbonera no opta por la posición rigorosa del historiador. Lo que busca sobre todo es que su novela pueda servir de herramienta a su público lector para problematizar y figurar los eventos que influenciaron la historia política peruana a fines del siglo XIX (Jablonka, L’histoire est une littérature contemporaine. Manifeste pour les sciences sociales, 13). Por eso, a la escritora no le interesa tanto la veracidad de los hechos a la manera del historiador sino más bien dar al lector decimonónico claves de entendimiento de la degradación moral de la sociedad de su tiempo a través del estudio de la construcción social y psicológica de un personaje tipo : el caudillo militar. Pues, en El Conspirador, la escuela militar representa un lugar clave porque es allí donde se construye la personalidad de los futuros caudillos que dirigirán el país. Por un lado, al tomar el uniforme militar el joven Bello ingresa al grupo de los principiantes. En público, ya no debe mostrar algún signo de debilidad en conformidad con el imaginario hegemónico del soldado viril e inquebrantable. Por otro lado, en la escuela militar Jorge Bello se convierte en el depositario de un sentimiento colectivo : el amor a la patria por medio del sacrificio. En el imaginario nacionalista, la muerte representa el máximo sacrificio del individuo a la nación (Anderson, L’imaginaire national. Réflexions sur l’origine et l’essor du nationalisme, 24). Aparece esta idealización del sacrificio patriótico en las alusiones de Jorge Bello sobre los amigos de su tío, quién también fue conspirador durante la Independencia del Perú (Alca Paniagua, "La comunidad imaginada en El Conspirador"): "Los viejos amigos y contertulios de mis tíos, habían sido también revolucionarios, de aquel tiempo en que este título simbolizaba patriotismo, valor y grandes de miras; cuando se conspiraba para conquistar la independencia de la patria, dando fin con la dominación española." (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, 22). En este fragmento vemos que el narrador se refiere a hechos pasados lo que implica que en el presente del héroe la identificación "patria-amor" ha perdido toda significación para sus contemporáneos. Mientras que en la época independentista de su tío la revolución se pensaba en términos patrióticos, ahora la utilizan a fines personales: "Llegar a ser un caudillo como él, adulado por los hombres y mimado por las mujeres, era la ambición más vehemente de mi alma. Y luego su aire marcial, su porte caballeroso me encantaban." (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, 62). Mercedes Cabello de Carbonera procede a la comparación de dos épocas históricas: la guerra de Independencia y los conflictos internos entre caudillos para aclarar la inestabilidad política del Perú decimonónico. Si en la juventud del tío de Jorge Bello la nación se asimilaba a la camaradería, la libertad y el amor a la patria, en la época de Bello se convirtió en violencia, individualismo y personalismo a la imagen del caudillismo militar (Alca Paniagua, "La comunidad imaginada en El Conspirador").

Con el análisis de la construcción de la personalidad del caudillo, Mercedes Cabello procede entonces en esta primera parte de la novela a una crítica social de la sociedad de su tiempo. Sin embargo, el objetivo de Mercedes Cabello de Carbonera en El Conspirador no es solamente demostrar a su lector contemporáneo los daños del militarismo y de la corrupción de la política de su época para edificar una historia futura sino más bien escribir una historia alternativa. Es decir, la que la escritora quisiera que cobrase vida en la realidad.


Reescribir la historia: la feminización del caudillo

De hecho, en la segunda parte de la novela, la voz narrativa se vuelve más intimista y sentimental porque se interesa en la relación amorosa del conspirador Jorge Bello con su amante Ofelia Olivas. Esta pareja anticonformista es para Mercedes Cabello de Carbonera el motivo de una reflexión sobre la repartición de los roles entre hombres y mujeres en la sociedad peruana de su época. De hecho, el tema de la representación de la pareja heterosexual fue privilegiado en la novela latinoamericana del siglo XIX por simbolizar la base fuerte de la familia, imaginada por los intelectuales liberales como la institución social necesaria al progreso nacional. El núcleo familiar constituía no solamente el elemento de mediación entre el espacio público y el espacio privado sino también definía los roles genéricos entre hombres y mujeres. (Montero Sánchez, La construcción simbólica de las identidades sociales: un análisis a través de la literatura mexicana del siglo XIX, 17). En Ficciones fundacionales. Las novelas nacionales de América latinaDoris Sommer explicita la relación entre la novela romántica tan en boga en el siglo XIX con la historia patriótica de las jóvenes naciones de América latina.


Las novelas románticas se desarrollaron mano a mano con la historia patriótica de América latina. Juntas despertaron un ferviente deseo de felicidad doméstica que se desbordó en sueños de prosperidad nacional materializados en proyectos de construcción de naciones que invistieron a las pasiones privadas con objetivos públicos. (Sommer, Ficciones fundacionales. Las novelas nacionales de América latina, p. 151).

Aunque El Conspirador no pertenece al género romántico sentimentalista sino más bien al realismo social, explora las relaciones íntimas de la pareja como metáfora de la Nación. En el imaginario nacional de los liberales latinoamericanos, las relaciones sociales entre hombres y mujeres aparecían en la ficción bajo forma de espacios diferenciados entre sexos. El masculino se asimilaba al espacio público, la razón, la exterioridad y lo oficial mientras que el femenino pertenecía al espacio privado, la sumisión y la sensibilidad (Bourdieu, La domination masculine, pp. 47-48). Pero en El Conspirador, Mercedes Cabello de Carbonera se burla de estos estereotipos sexuados para crear un proceso de inversión de los roles femeninos y masculinos entre sus protagonistas. Entonces Ofelia Olivas se « masculiniza » mientras que Jorge Bello se "feminiza". Con los conceptos de "feminización" y "masculinización" significamos los procesos de transformación de los personajes que adoptan actitudes tradicionalmente asociadas al sexo opuesto (Cárdenas Moreno, Genre et société à Lima pendant la seconde moitié du XIXe siècle. Analyse de l’œuvre de Mercedes Cabello de Carbonera (1842- 1909), 288). En el caso de Ofelia, se masculiniza cuando inicia su relación amorosa con Jorge Bello. Encabeza rápidamente el partido político que él había fundado para convertirse en la "Coronela Bella" (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 261) : "En el público y entre mis amigos, se le daba el nombre de la Coronela Bella, poniendo mi apellido en femenino." (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 214).  Si en la realidad del siglo XIX la mujer se asociaba a la pasividad, en El Conspirador, Mercedes Cabello de Carbonera reescribe la historia para poner en el centro de acción un personaje femenino. Es Ofelia quien organiza la evasión de Jorge Bello de la prisión después de su tentativa de golpe de Estado, es ella quien termina por dirigir su partido político y decide prostituirse con sus antiguos partidarios para mantener los ingresos de la pareja. Históricamente, como menciona Pierre Bourdieu, las mujeres siempre fueron sometidas a una especie de "enclos invisible" que limitaba sus movimientos al hogar, (Bourdieu, La domination masculine, p. 47) pero en El Conspirador es finalmente el caudillo quien asume la posición del cautivo.


Mi dignidad y mi amor propio, sentíase cruelmente lastimados: vivir a expensas de una mujer, es la mayor ignominia para un hombre delicado.
[…]
-No salgas Ofelia yo te lo ruego; no salgas sola de noche.
-¡Hé! Déjate de exigencias sin objeto; ya verás que yo solo salgo por ocuparme de ti. Muy pronto voy a regresar. Hasta luego…hasta luego!...
Y escurriéndose de entre mis brazos salió precipitadamente. (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, pp. 252-254).

Así, observamos también un ligero desplazamiento de la voz narrativa hasta ahora únicamente dominada por las memorias de Jorge Bello para dejar espacio a los discursos de Ofelia (Cárdenas Moreno, Genre et société à Lima pendant la seconde moitié du XIXe siècle. Analyse de l’œuvre de Mercedes Cabello de Carbonera (1842- 1909), p. 495).


-¡Bah ! No me hables de moralidad aquí en esta sociedad; eso estaba bueno para cuando yo era una inocentona que nada comprendía; la prueba es que nunca tuve tantos amigos y aduladores como ahora: y lo que es respecto a ti, eres acaso el único hombre público que vive escandalosamente con una mujer casada y recibe cartas y amigos en casa de su querida?...
[…]
Mira, si yo estuviera en tu lugar, mañana mismo pusiera fuego a la mina, y me proclamaría Presidente de la República. ¡Oh! qué cobardes son los hombres! (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, pp. 196-208).

Aquí, vemos que Ofelia, a la imagen de los caudillos que dirigieron el país impone su política no por sus ideas sino por la fuerza y según sus intereses personales. En cuanto al caudillo Jorge Bello, su proceso de "feminización" se concibe en la novela como una forma de "devirilización" que lo vacía por completo de su poder de acción. Irónicamente, para escapar de las autoridades, el caudillo se transforma en una especie de "hombre doméstico", sensible, víctima de crisis de llanto y de nervios, actitudes que solían caracterizar a las heroínas decimonónicas.


Y luego, en estas circunstancias, el sistema nervioso continuamente excitado, enferma el cuerpo y aumenta la angustia. Yo me sentía morir.
[…]
La vida inactiva, solitaria, agobiaba por el recuerdo de las mil decepciones que me rodeaban, había de tal suerte enardecido mi pasión, que ya yo sólo hubiera querido vivir para espiar las acciones de Ofelia […] (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, pp. 230-248).

Por una parte, vemos cómo por el proceso de feminización del caudillo Mercedes Cabello de Carbonera hace burla de la historia oficial de la virilidad inamovible de los militares corruptos que marcaron la historia peruana a lo largo del siglo XIX. Señalamos que la "feminización" del caudillo se sitúa entonces en esta novela a un doble nivel. Primero, se manifiesta a través de la ridiculización del caudillismo por la adopción de actitudes femeninas consideradas debilitantes. También se ubica al nivel de la identificación del héroe con la figura de la escritora (Cárdenas Moreno, Genre et société à Lima pendant la seconde moitié du XIXe siècle. Analyse de l’œuvre de Mercedes Cabello de Carbonera (1842- 1909), 284-291). Es decir, Jorge Bello se hace el portavoz de las ideas de Mercedes Cabello de Carbonera en lo que concierne el porvenir de la sociedad peruana y la concepción de la literatura.  Así, desde el inicio de su relato el héroe-narrador concibe su experiencia personal de caudillo derrotado como una manera de participar en la escritura de una nueva historia peruana, libre de los defectos de su época de conspirador. El deber de memoria de la escritura se encuentra en la unión de la experiencia personal y del análisis social: "Dejar a la generación que nos sucede el ejemplo de una vida, que sea un aviso para precautelarse contra los sirtes y escollos en que en el mundo encontraos, debe ser el móvil de este género de publicaciones." (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 7). Aquella perspectiva histórica del deber de memoria acerca del pasado y de reflexión es efectivamente un tema que Mercedes Cabello de Carbonera desarrolla en su ensayo Novela Moderna (1892). Define en este ensayo la aptitud histórica y sociológica de la literatura que considera capaz de dar cuenta de la realidad. Se reivindica de la corriente de una especie de "realismo balzaciano" porque une la crítica social a la expresión sentimental.


En medio a las ficciones románticas y las creaciones fantásticas de esa escuela, apareció Balzac, y con su mirada de águila, con su espíritu analítico y su genio de filósofo, sondeó los más secretos resortes del corazón… El lleva sus lentes de poderosa potencia, no para mirar, como Zola, el cuerpo desnudo estremeciéndose lujuriosamente, o la fatalidad guiando a toda una generación de irresponsables; sino para contar las palpitaciones del corazón; y estudiar las sacudidas pasionales que con irresistible fuerza, agitan el espíritu humano. (Cabello de Carbonera La novela moderna,  pp. 36-37)

También, la escritora utiliza a su personaje masculino Jorge Bello para expresar su voluntad de integración de las mujeres en la vida pública. Varias veces en sus memorias, Bello comenta que "siempre las mujeres atinan en todo, mejor que los hombres" (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 30)  y :

Con la veracidad que acostumbro, diré solo, que ellas me parecieron muy superiores a ellos. Verdad que por regla general, paréceme que en el Perú, acontece la singular anomalía de ser, no solo en cualidades morales e intelectuales, sino también en condiciones físicas, muy superiores las mujeres a los hombres. (Cabello de Carbonera, El Conspirador. Autobiografía de un hombre público, p. 189).

La "feminización" de Jorge Bello lo pone en un primer tiempo del lado de lo ridículo y se critica la  "masculinización" de Ofelia pero aquellos procesos de inversión de los roles sexuales entran al fin y al cabo en la perspectiva correctiva de la última novela de Mercedes Cabello de Carbonera. Podríamos pensar a primera vista que el personaje ambicioso y vanidoso en el cual se transforma Ofelia es un rechazo de las mujeres en política. Al revés, la escritora significa por este procedimiento literario un problema histórico : la extrema personalización de la política en el siglo XIX precipitó la degradación moral de la sociedad peruana.

A modo de conclusión, diremos que la dimensión a la vez intimista del relato en primera persona y colectiva, acerca del testimonio de la situación política de la sociedad peruana a fines del siglo XIX, que ofrece la forma literaria de las memorias, son para Mercedes Cabello de Carbonera una manera de explicar el mecanismo de construcción de la masculinidad hegemónica y sus consecuencias sobre la Nación. En esta novela, la violencia, la ambición y el personalismo que fundan la figura del caudillo ponen en peligro el bienestar social. Cabello de Carbonera concibe su relato como una especie de "ficción histórica" en la cual las memorias de un caudillo ficticio forman un vaivén constante entre hechos históricos verdaderos relatados con detalles y reescritura de la historia nacional. En El Conspirador, Mercedes Cabello de Carbonera no adopta la posición del historiador quien relata hechos verídicos con fechas exactas, pero sí adopta el objetivo de la historia: contar y explicar eventos para que sean inteligibles a los demás. Esta última novela de Cabello de Carbonera mezcla entonces literatura e historia para escribir otra historia. La desacralización de la figura oficial del caudillo trastorna el imaginario nacional hegemónico del siglo XIX peruano. La escritora sugiere en su lugar un tipo de ciudadano futuro menos agresivo y más reflexivo a la imagen de la conversión del conspirador Jorge Bello en memorialista. Plantea también a su lector otra pista de reflexión acerca del porvenir nacional : ¿su salvación no dependería de las mujeres?

Bibliografía

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