El espacio y la historia en Latinoamérica desde la narrativa de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez


Julia Eissa

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

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A partir del siglo XX con el fenómeno denominado “the spatial turn” (el giro espacial), la crítica literaria se vuelca hacia conceptos topográficos. Robert T. Tally (2013) dice que este giro se relaciona con la desorientación provocada por la condición posmoderna, que enfatiza la naturaleza de los escritores como cartógrafos del mundo representado en sus obras. (1) Dicha desorientación, según Tally, se debe a que surgen dos categorías importantes de viajeros: exiliados y turistas; ambos como resultado de los cambios políticos y sociales que suceden a nivel mundial durante este periodo de finales del siglo XIX y principios del XX, por lo que el ser humano tiene una mirada diferente de los lugares y espacios a los que llega en condiciones de exilio o como turista, muy distinta de la de un cronista viajero del siglo XIX, o de la de un colonizador o conquistador.

De esa forma, la teoría literaria, en los años noventa, también tuvo que adaptarse para lograr un acercamiento más profundo en cuanto al estudio del espacio; por lo que surgieron nuevas teorías como la cartografía literaria y la geocrítica, las cuales se interesaron no sólo por un espacio semiótico, sino también por un espacio geográfico en relación con la mentalidad y la identidad de una determinada época, logrando adentrarse en las obras de algunos autores europeos, y recientemente en la literatura latinoamericana. Por ello, el presente trabajo es un análisis de la representación del espacio geográfico en El naranjo, Cambio de piel y La campaña de Carlos Fuentes y en Del amor y otros demonios y El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez, para estudiar la mirada de estos autores sobre cuatro momentos históricos de Latinoamérica: la conquista, la época colonial, la independencia, y la dictadura. Para ello se utiliza la teoría de Bertrand Westphal: La Géocritique y el concepto del “espacio en la literatura” de Franco Moretti.

I

El Boom latinoamericano fue un fenómeno editorial y literario surgido en los años 60 y 70 del siglo XX en América Latina. En ese periodo, algunos jóvenes autores rompieron el esquema tradicional de la literatura con el Realismo Mágico, (2) la búsqueda de la identidad latinoamericana, la recuperación de la historia de América Latina y con una riqueza narrativa que sacudió los cimientos de Europa. Así, casi simultáneamente se publicaron varias obras que los críticos calificaban de auténticas, sin trazos significativos de la literatura francesa o americana de las cuales se alimentaban, y cuyas técnicas y temáticas rompían con los patrones establecidos con respecto a la lucha entre hombre y naturaleza como fondo principal, que, según algunos críticos, había sido hasta entonces, junto al regionalismo, la mayor preocupación de la narrativa latinoamericana. De esa forma, según el decir de Naomi Lindstrom (1994), la ficción latinoamericana comenzó a asociarse con la imaginación, la construcción de una narrativa innovadora, y el tratamiento original del espacio y el tiempo de ficción.

Este cambio en la literatura de América Latina está estrechamente ligado con el panorama socio-histórico que rodeaba a los escritores de estos años, debido a la tensión política mundial de las décadas de los años 60 y 70 que se encontraba fuertemente influenciado por la Guerra Fría, la Revolución cubana y algunas dictaduras en Latinoamérica, por lo que sirvió de antesala para los escritores latinoamericanos, dando paso a una corriente de ideas e ideologías que definieron el contexto de lo que más tarde se conocería como el Boom latinoamericano. Dos de los escritores más destacados de dicho movimiento fueron Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez quienes de diferentes maneras, aunque también con similitudes, presentaron a Latinoamérica para que la observara el mundo no sólo desde una mirada al exotismo, sino desde una forma más profunda a partir de la construcción de una conciencia y una visión propia de “lo latinoamericano”.

II

Las novelas de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez ponen en movimiento todo el archivo de historias y mitologías nacionales; sus libros proponen una representación del mundo y un sistema de interpretación de la realidad de México y Colombia como espejo de Latinoamérica, espacio narrativo múltiple y polémico. De igual forma, sus ficciones recorren los distintos modelos narrativos: desde la novela histórica a la novela policiaca, desde el género fantástico al costumbrismo. Toda una gama de posiciones se despliega dentro del espacio total recorrido.

Con sus obras, Fuentes y García Márquez demuestran que la literatura latinoamericana es esa memoria necesaria para entender que lo latinoamericano tiene una característica principal: lo mestizo, es decir, una mezcla de muchas razas y culturas, que le dan su continuidad y su fuerza; pero también fruto de muchos exilios, migraciones y trasiegos, impulso de su dolor, su coraje y su virtud, por lo tanto se puede decir que lo latinoamericano equivale a una multi-identidad, por eso se puede entender que ambos autores intenten mostrar a Latinoamérica desde el espacio mexicano y colombiano, como un espejo de América Latina y al mismo tiempo de su relación con Europa.

Desde su génesis la cultura mexicana da una importancia central al símbolo del espejo y la máscara, ya que considera que sólo puede conocerse en tanto imagen y reflejo. Si en el mundo azteca se esperaba el regreso de Quetzalcóatl, el dios traicionado, lo que se encuentra es una máscara, la de Cortés. Un espejo que define lo mexicano con relación a la otra orilla: la española, de la misma manera que para los demás países de América Latina. Así, en El naranjo, Fuentes muestra cómo, más allá de la violencia, el origen atraviesa el océano y une las tierras de Castilla con el Caribe y México. Este elemento es significativo, ya que se une la concepción mítica con el espacio geográfico. Hay dos espejos que se reflejan, Europa y América o España y México.

De acuerdo con el concepto de “literatura en el espacio” de Franco Moretti (1998), en el que se posiciona a los personajes de acuerdo a los lugares de inicio y final en el relato para observar sus desplazamientos, Fuentes logra la unión de ambos espacios geográficos mediante los lugares de inicio y final de cada uno de los cuentos con temáticas de la conquista o de la época colonial, para lo que los personajes que iniciaron en México o el Caribe se desplazarán a España como una forma de reencuentro entre los dos espacios ubicados en diferentes lugares geográficos, en tiempos de dos épocas distintas, pero que en un momento logran la unión, como el reflejo del espejo que “es lo mismo pero no es igual”.

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Mapa 1. Lugar de inicio y fin en cada relato de El naranjo

En estos relatos se observa que el mexicano o latinoamericano va más allá del simple desplazamiento geográfico, ya que los personajes conocen sus raíces de este lado, las de sus antepasados prehispánicos, pero al realizar el mismo movimiento que siglos atrás realizara su “otro” antepasado, el español, sólo que a la inversa, es como si fuera la unión de ese doble espejo México-España o Latinoamérica-Europa, (3) es decir, la unión de “Las dos orillas”, de las dos miradas, la unión con el “otro”.

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Mapa 2. Recorrido inverso al de la conquista para regresar a España

En ese sentido, un ejemplo muy específico es el cuento “Los hijos del conquistador”, donde los hijos de Cortés regresan a España pasando por casi todos los lugares en los que estuvo su padre cuando llegó al Nuevo Mundo muchos años atrás, por lo que logran una conjunción de ambas culturas “prehispánica – española”, de los espacios “Nueva España - España” y temporal porque a cada momento se unen las diferentes épocas “pasado, presente, futuro” (Mapa 3). Sin embargo, aquí no sólo se trata de la relación entre ambas naciones, sino también en cuanto a la relación humana. Los hijos, los descendientes, los mestizos, regresan a sus otras raíces, a las que no conocían geográficamente pero que también los han formado en la identidad y la cultura, y que se encontraban ocultas en la otra orilla, en el espejo y la máscara que estaban al otro lado del mundo.

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Mapa 3. Recorrido de los hijos del conquistador de regreso a España

En este tipo de recorridos para una configuración de lo mexicano como sinónimo de lo mestizo, se inscriben también los recorridos realizados por personajes que viven en el México contemporáneo pero que en realidad conviven en una sobreposición temporal. De acuerdo con Bertrand Westphal y su teoría de la geocítica, este elemento se denomina policronía y es cuando en un mismo espacio convive la multiplicidad temporal, por lo que en este caso se podría decir que en el espacio del recorrido de la conquista, se encuentran la época de la conquista y la contemporánea. Ejemplo de ello es Cambio de piel, donde el personaje sale de la Ciudad de México para ir recorriendo casi todo el camino de la conquista hasta el puerto de Veracruz, para encontrarse consigo mismo, como si al reposicionarse sobre las huellas de su antepasado conquistador le diera la otra parte que le faltaba para completar sus raíces prehispánicas de la gran Tenochtitlán y de cada una de las ciudades de la antigüedad por las que el personaje también pasa o por lo menos evoca en sus recuerdos de un tiempo anterior como Xochicalco, Cholula, Tlaxcala o Zempoala.

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Mapa 4. Recorrido original de Hernán Cortés en la conquista
Veracruz – Tenochtitlán

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Mapa 5. Recorrido invertido al de la conquista en Cambio de piel
Ciudad de México – Veracruz


En estas obras, Fuentes conjuga el espacio, el tiempo y los personajes para reforzar la idea de lo mexicano como sinónimo de lo mestizo, ni prehispánico ni español, sino ambos conjugados, ambos reflejados el uno en el otro, como dos orillas que se ven a la distancia y en distintas épocas pero sabiendo que, a pesar de las diferencias, forman parte de la otra. Al igual que los recorridos espaciales que se pueden hacer en un sentido o en otro, en un tiempo antiguo o moderno, como si todo fuera un ir y venir cíclico. Así se puede decir que en la mayoría de la narrativa de Fuentes, así como en la de Gabriel García Márquez, la geografía y la Historia pueden ser consideradas una sucesión de repeticiones, mediante estas narraciones cíclicas que encierran a los personajes en repeticiones sin fin, en tiempos y espacios policrónicos que se tocan una y otra vez.

Sin embargo, aunque esa pluri-identidad sería el ideal, en la novela Del amor y otros demonios García Márquez revela la “verdadera” época colonial, no sólo del Caribe o de Colombia sino de América Latina, las diferentes clases sociales, la importancia de la religión católica, la creencia en la magia, la mentalidad, las costumbres, la anulación de lo indígena, es decir toda la vida del Nuevo Mundo. De esa forma, a partir del espacio de Cartagena de Indias, logramos observar el espacio de la época colonial latinoamericana donde se traza una línea entre lo público y lo privado, entre lo permitido y lo prohibido, y donde la movilidad social es prácticamente nula, determinada por la raza, porque, aunque la movilidad física es libre por toda la ciudad e inclusive por las casas que simbolizan el poder, al mismo tiempo, la barrera racial está presente en la identidad, la cultura y la geografía de la ciudad.

Gabriel García Márquez muestra la otra cara del mestizaje, la que ha buscado sofocar por completo la pluri-identidad propuesta por Fuentes, para que prevalezca una sola cultura dominante, la europea, por lo que Márquez se adentra desde la cultura y el sincretismo, y no sólo con los españoles sino también con otra raíz que ha estado muy olvidada en Latinoamérica a pesar de su fuerte presencia: la cultura afroamericana, de la que a la par de la del indígena, logra mostrar muy bien la subalternidad mediante su posicionamiento geográfico en la novela, ya que el espacio del subalterno está absolutamente al margen y por lo general no posee territorio personal como la mayoría de los personajes blancos; en otras palabras, su zona espacial queda en la periferia o anulada, al igual que sus costumbres y su cultura porque el “Otro”, el español, se ha impuesto (Mapa 6).

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Mapa 6. Distribución espacial de los personajes en Del amor y otros demonios

En gran parte de la narrativa de García Márquez tanto el indígena como el negro son percibidos como seres supersticiosos, marginales, pobres e inferiores, los cuales comúnmente son adoptados como criados de confianza, pero nunca pueden emanciparse porque persiste una creencia negativa sobre sus creencias y comportamiento; sin embargo, el espacio del indio es aún más vago e impreciso que el de los negros, pues estos últimos tienen una posición de doble subalternidad, ya que por lo regular eran trídos de Senegal y Guinea y el espacio para situarlos está en la periferia, pero por lo menos poseen un territorio propio dentro del imaginario garciamarquiano, a diferencia del indígena, quien muchas veces ni si quiera aparece en los relatos, como tampoco existía en la época colonial porque a diferencia del negro esclavo, el indígena, en su mayoría, ni siquiera era una propiedad o un bien material del blanco. Esto es lo que Westphal denomina como la desterritorializaión, ya que estos personajes han perdido su espacio original y tampoco han sido insertados en el de los blancos.

Un segundo planteamiento que con bastante regularidad se presenta en la obra de García Márquez y que es fundamental en la cosmovisión colonial, es la relación conflictiva con el exterior; es decir, la incorporación de agentes o acontecimientos foráneos modifica generalmente la vida del lugar o del pueblo referido. En algunos casos por ejemplo motiva una invasión multitudinaria del territorio, o como en el caso de Del amor y otros demonios la llegada de una enfermedad grave en un barco y a su vez el inicio de la rabia en el barrio de los negros y que logra traspasar la muralla cuando Sierva María también es mordida por el perro y regresa a su casa.

Tenía instrucciones de no pasar del Portal de los Mercaderes, pero la criada se aventuró hasta el puente levadizo del arrabal de Getsemaní, atraída por la bulla del puerto negrero, donde estaban rematando un cargamento de esclavos de Guinea. El barco de la compañía Gaditana de Negros era esperado con alarma desde hacía una semana, por haber sufrido a bordo una mortandad inexplicable. … Un perro cenizo con un lucero en la frente irrumpió en los vericuetos del mercado el primer domingo de diciembre, revolcó mesas de fritangas, desbarató tenderetes de indios y toldos de batería, y de paso mordió a cuatro personas que se le atravesaron en el camino. Tres eran esclavos negros. La otra fue Sierva María de todos los Ángeles. (García Márquez, Del amor y otros demonios, p. 9)

La conquista llegó para las culturas prehispánicas desde el otro lado del océano, al igual que para los negros la esclavitud, por lo que no es de extrañar que la enfermedad, la pobreza, la miseria y los problemas entren a las ciudades coloniales desde la periferia en donde se encuentran los indígenas y los negros de quienes tienen tanto miedo porque se consideran completamente diferentes.

No obstante, si la época colonial es vista por ambos escritores desde las particularidades de sus países como reflejo de Latinoamérica, con la independencia y la dictadura buscarán unificarlos con ese gran continente del que forman parte, como si los países de América Latina fueran hermanos que han sufrido los mismos tormentos, esclavitud, injusticias, abusos de poder, hambre y pobreza, lo que visto desde la geocrítica se denomina como multifocalización, ya que son las diferentes miradas a partir de un mismo espacio. De esa forma, para Carlos Fuentes, en La campaña, el tiempo de la independencia de México es visto en relación con Latinoamérica, porque si bien la Nueva España se aparta de España no lo hace para quedarse sola sino para hermanarse con las otras colonias que comienzan a ser libres y así formar lo que muchos años después sería conocido como Latinoamérica.

El recorrido propuesto por Fuentes será por los principales virreinatos y ciudades coloniales: Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, hasta llegar a la independencia de México donde los personajes, originarios de Buenos Aires, descubren que ellos también deben luchar por su independencia, por su libertad y por su identidad, para lo cual realizan una suerte de viaje mítico del inframundo del mundo colonial (Sudamérica) en donde deben librar varias batallas contra la guardia virreinal, la inquisición y los gauchos, hasta llegar a la gloria de la independencia (México) teniendo como fin principal el conseguir la libertad.

Este aspecto es fundamental para Fuentes en la construcción de lo mexicano y de lo latinoamericano porque ya no sólo serían el Otro, sino que podrían recuperar parte de sus raíces logrando un verdadero sincretismo entre lo prehispánico y lo europeo (Mapa 7) por lo que al final los personajes terminan hermanados con los personajes de los otros países y con los gauchos, que representan su otra raíz, la  indígena. Así, cuando los personajes logran regresar a su lugar de origen, lo hacen con ideas nuevas de libertad que les ayudarán a tener un mejor futuro, convirtiéndose en esa nueva orilla para admirar, por lo que ya no será Europa, sino Latinoamérica, es decir ellos mismos. (4)

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Mapa 8. Recorrido del viaje en la independencia

No obstante, en los setenta, América Latina se caracterizaba por las dictaduras como formas de gobierno, aspecto que nuevamente la alejaba de ese ideal de libertad que, de acuerdo con los escritores del Boom, estaría muy bien representado por la Revolución cubana. Así, al igual que los demás intelectuales que participaron en dicho movimiento literario, en Fuentes y García Márquez su compromiso político y social fue un rasgo fundamental de su carrera intelectual. Para ello, Fuentes describe claramente el papel que debe tener un escritor: “lo que un escritor puede hacer políticamente debe hacerlo también como ciudadano. En un país como el nuestro el escritor, el intelectual, no puede ser ajeno a la lucha por la transformación política que, en última instancia, supone también una transformación cultural” (Fuentes en Revista tiempo mexicano). Con ese compromiso entre política y cultura, es que Gabriel García Márquez en El otoño del patriarca retrata alegóricamente las principales características de los dictadores latinoamericanos, porque está prohibido hablar de ellos pero todo el mundo los conoce y los ha sufrido.

De esa forma, en el momento de su máximo esplendor, el patriarca de García Márquez se revela como el gran dueño del universo, capaz de dominar y controlar hasta el más mínimo detalle de la vida del país, al igual que domina todo el paisaje desde la terraza de su casa, incluso de lo que no ve pero que se imagina, y que evocado a la distancia le recuerda su época de máximo poder y esplendor, y que a su vez es un reflejo de las dictaduras que controlan y dominan a Latinoamérica como un recuerdo vivo del dominio durante la época colonial.

En otro diciembre lejano, cuando se inauguró la casa, él había visto desde aquella terraza el reguero de islas alucinadas de las Antillas que alguien le iba mostrado con el dedo en la vitrina del mar, había visto el volcán perfumado de la Martinica… había visto el mercado infernal de Paramaribo… había visto las vacas de oro macizo dormidas en la playa de Tanaguarena… el ciego visionario de la Guayra… había visto el agosto abrasante de Trinidad… había visto la pesadilla de Haití… había visto renacer los tulipanes holandeses en los tanques de gasolina de Curacao, las casas de molinos de viento con techos para la nieve, el trasatlántico misterioso que atravesaba el centro de la ciudad por entre las cocinas de los hoteles, había visto el corral de piedras de Cartagena de Indias, su bahía cerrada con una cadena… Pues si él subía en diciembre hasta la casa de los arrecifes no era para departir con aquellos prófugos que detestaba como a su propia imagen en el espejo de las desgracias sino por estar ahí en el instante de milagro en que la luz de diciembre se saliera de madre y podía verse otra vez el universo completo de las Antillas desde Barbados hasta Veracruz… y se asomó al mirador para contemplar el reguero de islas lunáticas… y contemplando las islas evocó otra vez. (García Márquez, El otoño del patriarca, pp. 46-48)

Hasta ese momento, la casa patriarcal se relaciona con la situación geográfica de la ciudad y con el aspecto ideológico de la sociedad por lo que se revela como una prisión dentro de la ciudad amurallada de Cartagena, que, de la misma manera que en la época colonial, separa a blancos, negros, indígenas y mestizos; por lo que los personajes de García Márquez son un reflejo de la sociedad latinoamericana de los años setenta que vive lejos de una verdadera libertad espacial, política e ideológica al encontrarse en las dictaduras, así como los personajes se encuentran encerrados dentro de la ciudad amurallada y el patriarca, sinónimo del poder, todavía más encerrado en su propia casa.

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Mapa 9. Distribución de los personajes en El otoño del patriarca

Sin embargo, durante el otoño, la decadencia se apodera de todo y opaca el esplendor de la casa patriarcal, de tal forma que con la muerte del patriarca el espacio cambia para denigrar el esplendor de los lugares del poder y abrirlos al pueblo para que desde ellos puedan contemplar el esplendor del despertar de la ciudad y más allá un porvenir y la esperanza de un futuro.

Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas… A lo largo del primer patio, cuyas baldosas habían cedido a la presión subterránea de la maleza… En el patio siguiente, detrás de una verja de hierro, estaban los rosales nevados de polvo lunar a cuya sombra dormían los leprosos… al fondo de los sauces vimos la casa civil, inmensa y triste, por cuyas celosías desportilladas seguían metiéndose los gallinazos…
Vimos por las ventanas numerosas el extenso animal dormido de la ciudad… y más allá de la ciudad, hasta el horizonte, vimos los cráteres muertos de ásperas cenizas de luna de llanura sin término donde había estado el mar. (García Márquez, El otoño del patriarca, pp. 5-8)

Así, al final, la pluri-identidad de lo latinoamericano, para Fuentes y García Márquez, se puede decir que es el resultado de la policronía de México y Colombia con sus significados correspondientes y en relación directa con Latinoamérica, es decir el cúmulo de los diferentes tiempos como la conquista, la época colonial, la independencia y las dictaduras en un solo espacio, el latinoamericano. Tiempo cíclico y espacio superpuesto, estas son las dos claves que abren y cierran las obras de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez porque son estos dos elementos los que permitirán una conciencia de la pluri-identidad que conforma lo latinoamericano.
En su libro Spatiality, Robert T. Tally Jr. afirma que, desde la era moderna, existe una revaloración de la importancia ideológica del espacio en nuestra concepción de la realidad; por ello, conceptos como “espacio”, “lugar” y “mapa” son cruciales para los estudios literarios. De igual forma, un acercamiento geocrítico a la literatura reconoce que la representación del espacio es comúnmente transgresora, cruzando los límites de las normas establecidas mientras que también establece nuevas relaciones entre gente, lugares y cosas; por lo tanto, no es de extrañar que para Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez la solución para mostrar y acercarse de la mejor manera al medio histórico-político-social de su época, estuviera en la creación de una conciencia de lo latinoamericano rompiendo con estereotipos y, al mismo tiempo, unificando y replanteando una introspección hacia nuestra historia, nuestra cultura y por supuesto nuestro espacio, más allá del exotismo, del reflejo con Europa o del soñar con parecerse a Estados Unidos, es decir con la conciencia de que América Latina es un espacio para la diversidad y la pluri-identidad.

Bibliografía

Fuentes, Carlos. Cambio de piel. México: Joaquín Mortiz: 1967. Impreso.

____. El naranjo. México: Alfaguara, 1993. Impreso.

____. La campaña. México: FCE, 1990. Impreso.

____. Revista tiempo mexicano. México: 1972. Consulta digital 26 de abril de 2018. <http://www.gavilan.edu/disted/html/19_02.html>. Web.
García Márquez, Gabriel. Del amor y otros demonios. México: Diana, 1994. Impreso.

____. El otoño del patriarca. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1975. Impreso.
Lindstrom, Naomi. Twentieth-Century Spanish American Fiction. Austin: University of Texas Press, 1994. Impreso.

Menton, Seymour. Historia verdadera del realismo mágico. México: FCE, 1998. Impreso.

Moretti, Franco. Atlas of the European Novel, 1800-1900. Londres: Verso, 1998. Impreso.

Siskind, Mariano. Cosmopolitan Desires: Global Modernity and World Literature in Latin America. Evanston, Illinois: Northwestern University Press, 2014. Impreso.

Tally Jr., Robert. Spatiality. Londres: Routledge, 2013. Impreso.

Westphal, Bertrand. La Géocritique. Réel, Fiction, Espace. París: Les Éditions de Minuit, 2007. Impreso.

Notas

(1) Aunque no se trata de un análisis de representaciones iconográficas del espacio en literatura (a través de mapas, diagramas o esquemas), Tally compara la labor del escritor como descriptor de un mundo con la de un cartógrafo que mide y representa visualmente los espacios.

(2) El Realismo Mágico, según Seymour Menton (1998), se caracteriza por la narración de hechos insólitos, fantásticos e irracionales en un contexto realista de manera natural, sin asombrarse por ellos ni darle al lector una explicación, como si pertenecieran o fueran lo natural en el mundo real.
Asimismo, según Mariano Siskind:

Magical realism occupies a paradoxical space at the center of the relation between Latin America and the discourse of world literature. On the one hand, it has been portrayed (and still is today, after its aesthetic and cultural power has been manifestly exhausted) as the most local, most particular aesthetic form: that is, the aesthetic form that best expresses the cultural tensions and historical ethos of the region. On the other, as evidenced by its ubiquity in syllabi, anthologies, and corpora, it is the most established and stable world literary genre, the world literary genre par excellence, indeed, a global form, particularly since its rebranding as “the literary language of the postcolonial world” (Bhabha, “Introduction” 7). (2014, p. 59)

Con estas dos perspectivas se pueden observar dos vertientes desde las que se ha definido y caracterizado al Realismo Mágico; en primer lugar, desde lo literario con una forma narrativa propia diferente de la narrativa que se hacía en la época; y en segundo lugar, desde el Realismo Mágico con una doble presencia; la regional que mostró las particularidades de Latinoamérica y la global como género literario que le dio voz a las literaturas desde una perspectiva postcolonial.

(3) Aquí es importante hacer la precisión en el término Europa, ya que en realidad no se trata de Europa como continente completo, sino sólo de la Europa occidental y más específicamente es una relación con España, Francia, Alemania e Italia (países que son nombrados en otras obras de Fuentes). Esta idea es importante para observar la magnitud del eurocentrismo y el etnocentrismo que muchas veces está presente en la literatura aun cuando los escritores intentan ubicarse en la periferia del sistema.

(4) Este viaje es muy significativo para la obra de Fuentes, ya que refleja el punto de vista ideal de Carlos Fuentes sobre la relación político-social y cultural entre los países latinoamericanos. De esa forma, en su obra se puede observar una ideología que busca la unión de lo latinoamericano como el modelo perfecto para que esta región se desarrolle. A diferencia de la realidad en la que México ha buscado hermanarse con Estados Unidos, permitiendo algunas situaciones de desigualdad y más ventajosas para éste último.